Hay verdades
irrefutables, que pocas veces reparamos. Por ejemplo: El blanco total, así como
el silencio total, no existen. Es una ilusión que nos creamos para convencernos
vanidosamente que podemos llenar algo que juzgamos vacío.
La educación y las
pautas culturales trasmitidas, nos inducen a ejercer la libertad de expresión y
de pensamiento, aunque su meta tácita sea el pensamiento único o la necesidad
de adhesión al más fuerte, sin margen para la neutralidad
Al respecto,
Antonio Argandoña, profesor español contemporáneo, en su blog personal de RSE
se pregunta: ¿Por qué no nos entendemos con los demás?
En consecuencia,
refiere al decir del sacerdote, pensador, escritor y académico católico alemán
Romano Guardini, (1885-1968): en cuanto asume que: “contra el peligro inminente
existen tres armas: 1. Ver las cosas con la mayor agudeza para poder
combatirlas. 2. Ignorarlas en absoluto, para que no impresionen. Y 3. Ver lo
que queremos ver.
Naturalmente,
cuando oímos ideas que no cuadran con las nuestras, tendemos a juzgarlas mal,
resistiéndonos a admitir que puede haber algo bueno en ellas. Nos cuesta
aceptar que eso puede tener algún sentido e inmediatamente lo ligamos a
ideologías partidistas, interés personal o visión de clase social.
Para Guardini, no solo es una actitud defensiva
ver de otra manera, subrayar lo malo o ver intencionalidad. Cuanto más profundo
es la antipatía o el temor, más firmemente nos empaña el ojo que no nos deja
ver.
Para superar esto,
propone cambiar las emociones. Abrir la mente con criterio de justicia. Es un
problema moral no querer ver al otro; no querer entenderle; negarse a
considerar si hay algo bueno en él y admitir sus ideas diferentes a las
nuestras. Liberar el corazón.
El mensaje del
otro, nos está pidiendo una decisión interna, una toma de postura. Negarnos a
admitir al otro, equivale a quedarnos encerrados en nosotros mismos. Nos
bloquea avanzar y ampliar lo que vemos para seguir entendiendo y madurando.
Para Guardini, lo
que hay detrás, es un rechazo de la verdad. No es la verdad racional, empírica,
sino la verdad del otro. Y eso se corrige asumiendo el respeto y la estima
hacia el otro. Puede estar equivocado y marcarle el error, pero su pensar se
merece el respeto y nuestra consideración.
Por eso, debemos
siempre escuchar y si cabe, marcar el error y/o diferencia, hacerlo.
Situación que
pareciera imposible ejercitar en el ámbito laboral, sindical, político y hasta
individual de pareja, que nos lleva al rompimiento y alejamiento de nuestras más
íntimas relaciones.
Adalberto Tadeo Steinfeld
Argentina. Dic/2020