Argentinos,
dinero y felicidad
Un estudio elaborado por la Universidad de Palermo
(UP) y TNS Gallup, muestra que la gente piensa que para ser rico hay que
ser corrupto; además están de acuerdo con la redistribución, pero todos se
consideran exceptuados de aportar.
Conclusiones
que no están solas; hay un manojo más de afirmaciones a las que se llega al
analizar la relación de los habitantes de este país con el dinero y la
satisfacción que tienen con sus vidas.
La
radiografía de los argentinos y su vinculación amor/odio con el dinero o los
aspectos económicos de su existencia surge del "4° Estudio sobre
Felicidad, Relacionado con la Estructura Social", elaborado por la Universidad
de Palermo (UP) y TNS Gallup, en el que participaron Gabriel Foglia, decano de
la Facultad de Ciencias Económicas de la UP, y Cynthia Carbonell, directora de
Proyectos de TNS Argentina.
El dinero no se hace trabajando
Un
aspecto destacado es que en este país, la mayoría opina que aquellos que tienen
dinero lo obtuvieron de manera "non sancta", básicamente de la mano
de la corrupción y el fraude. "Por eso está mal visto ganar dinero",
comenta Emilia Montero, coordinadora académica de Recursos Humanos de la Facultad
de Ciencias Económicas de la UP.
El dato llamativo e inquietante
se observa en el análisis sobre cuáles son los factores que para los argentinos
determinan o condicionan el acceso a los niveles más altos de la sociedad: el
24% del total de los encuestados lo atribuye al fraude o
la corrupción (la opción mayoritaria), seguido por la herencia
familiar (21%), la educación (16%) y el esfuerzo (13%).
Estas
respuestas están muy vinculadas también con el hecho de que nadie se considera
de clase alta y, por lo tanto, nadie cree que está en el segmento donde se
delinque para ganar posición económica.
"La misma clase alta, que no se considera
alta, dice que se escala gracias a la corrupción y el fraude", acota
Foglia.
La educación es siempre culpable, nunca
benéfica
Relacionada
con el punto anterior, existe otra parte del estudio que ahonda en las causas
por las que una persona es de clase alta y por qué una de clase baja no puede
ascender.
Tal
como se dijo antes, el principal factor que los argentinos consideran a la hora
de explicar por qué alguien es rico es la corrupción, cuando en países
desarrollados ocupa ese sitial la educación. Sin embargo, cuando se pregunta
por qué la gente que está en los estratos más desfavorecidos no progresa, sí se
atribuye la "culpa" a la educación.
Carbonell
dice que les sorprendió que el ascenso no estuviera asociado al estudio y sí a
maneras ilícitas de obtener riqueza. "Lo curioso es que si se lo pregunta
al revés, es decir, si se pregunta por qué una persona no sale de una clase
menos favorecida, sí aparece como principal factor la falta de educación
-explica la investigadora-. Es muy llamativo que en general, la educación se
asocia sólo a no poder salir de la pobreza y sorprende negativamente que en el
imaginario general se crea que, para crecer en la escala social, vale más la
corrupción y no la educación."
Dime lo que gana tu compañero y te diré
cuán feliz eres
Los
argentinos son menos racionales de lo que se sospecha. Cuando se presenta la
hipótesis de que podría ganar un sueldo de $ 8000 mientras que el compañero
gana $ 6000, la mayoría se muestra más satisfecho que si se le da la opción de
que los dos cobren $ 9000. "No parece una opción inteligente, sin embargo,
así somos", acota Foglia.
Tetaz
explica que importa más el ingreso relativo que el absoluto, la comparación con
el otro. "La primera explicación para esto es que nos comparamos contra
nuestros colegas o pares porque no tenemos idea de cuánto nos merecemos ganar;
entonces miramos a los otros como referencia: si mis compañeros ganan 12.000 me
pongo contento con 14.000 no porque me haga feliz que ellos ganen menos, sino
porque pienso que 12.000 era lo que correspondía, y entonces estoy contento por
ganar un poco más", dice.
La
segunda hipótesis de Tetaz para esta respuesta es que, simplemente, el hombre
es un animal social y todos los mamíferos se ordenan grupalmente en torno de
alguna jerarquía particular que determina el orden de prioridad en el acceso a
los recursos de supervivencia y reproducción. "En esos ordenamientos
sociales sólo importa la posición relativa en el grupo y es probable que eso
explique por qué preferimos ganar menos si ello mejora nuestra posición
relativa en la oficina", concluye el economista.
El dinero no hace la felicidad, pero si
me falta soy infeliz
En
un estudio preliminar sobre bienestar subjetivo, también elaborado por la UP y
TNS Gallup, se destaca que el dinero no está entre las primeras razones que las
personas esgrimen para explicar por qué son felices. En tanto, en un contraste
un poco contradictorio, sí aparece la cuestión económica a la hora de explicar
la infelicidad.
"Al
preguntarle a los encuestados sobre razones por las que se consideran felices,
4 de cada 10 se refirieron a la familia y los seres queridos, mientras que sólo
3 de cada 10 hicieron mención a estar muy bien económicamente... En cambio,
entre las razones más mencionadas por los que declaran ser infelices se
destacan problemas económicos...", se detalla en el informe.
Tetaz
subraya al respecto que el economista Richard Easterlin demostró hace 35 años
que en los países de más alto PBI per cápita, la gente no era más feliz que en
los países que tenían un PBI per cápita más bajo. "Pero la economista
Carol Graham mostró luego que había un «umbral de ingresos", y que los ingresos
sí importaban hasta que se llegaba a un ingreso de clase media, pero que luego
ya no existía relación. Por esa razón, aunque más ingresos no te hacen más
feliz, si te faltan los ingresos sufrís infelicidad", explica.
Todos quieren ser Robin Hood, pero
nadie se reconoce rico
En la
Argentina, la mayoría de los encuestados para el trabajo mencionado, considera
que están bien las políticas redistributivas.
Cinco de cada diez personas
está totalmente de acuerdo o de acuerdo con que el Estado utilice dinero
proveniente de los impuestos que pagan los sectores de mayores ingresos para aplicarlo en los programas sociales para los
sectores más pobres de la sociedad. Siendo que la mayoría de
los encuestados no se reconoce como de clase alta, este apoyo a las políticas
redistributivas puede deberse a que pocos responden identificándose con
aquellos que deberán pagar los impuestos que financien estas políticas.
Carbonell
destaca que en este cuarto estudio que hacen sobre la felicidad, lo que se empieza
a notar es inconsistencia de la respuesta de la gente cuando se le pregunta si
está de acuerdo con una política redistributiva. "Responden que sí, pero
después nadie se reconoce como clase pudiente, aun aquellos que son claramente
clase alta. Cada uno está de acuerdo en que alguien pague impuestos para una
política redistributiva, siempre y cuando no sea él", concluye la
especialista.
Nadie dice ser de clase alta
Consultados
sobre en qué lugar de la estructura económica y social se ubicarían, la mitad
de los argentinos dijo ser de clase media-media. Ningún entrevistado se
identificó como perteneciente a la clase alta, y sólo 2% se autodefinió como de
clase media-alta.
En
tanto, al cruzar estos datos con el nivel socio demográfico de la muestra surge
que entre aquellos que pertenecen al segmento ABC1, 88% se identificó como
clase media o media-baja, y 4%, directamente como clase baja. En esta sintonía,
86% de los entrevistados pertenecientes al segmento D y E dijo pertenecer a
segmentos medios de la sociedad.
Martín
Tetaz, economista autor del libro Casual Mente, dice que la
distorsión de que todos piensen que son de clase media ocurre por un sesgo de
representatividad.
"No
vivimos en grupos aleatorios representativos de toda la sociedad, sino en
estratificaciones de personas de similar situación socioeconómica que la
nuestra (los barrios) y tendemos a juntarnos con amigos y compañeros similares
a nosotros. Y la verdad es que nos sentimos del promedio porque dentro de esos
grupos estamos en el medio, aunque esos grupos sean una isla y no sean para
nada representativos de la sociedad", analiza el especialista. Este
estudio, que se realizó en base a una encuesta nacional en hogares
con una muestra probabilística de 1.000 personas, indaga los
aspectos que ponen de manifiesto la percepción que tiene la población acerca de
las distintas clases sociales, qué es lo que hace que uno pertenezca a cada
estrato y a cuál sienten que pertenecen.
Gabriel
Foglia, decano de la Facultad de Ciencias
Económicas de la UP, destacó que "este nuevo proyecto tiene como objetivo
analizar las condiciones materiales del contexto y del entorno que influyen en
la satisfacción y felicidad de las personas".
El 29% del
total de los encuestados entiende que la ubicación de las personas menos
favorecidas se debe al nacimiento y el ambiente en que las
personas viven. Las menores posibilidades de educación son el
segundo factor explicativo más mencionado (26%), y luego, la falta de esfuerzo
(19%).
Si
bien existe una gran dispersión entre lo que consideran que es el ingreso
de la clase más rica de la población, la mitad de los encuestados mencionan importes de más de $50.000 en una familia
tipo de cuatro personas. En relación a los ingresos mensuales
percibidos por la clase más pobre de la sociedad, el 70% de la población cree
que el ingreso de quienes pertenecen a esta clase no supera los 8.000 pesos.
La
mayoría coincide que para que una familia tipo no pertenezca al segmento social
más pobre debería tener ingresos entre los 10.000 y 20.000 pesos.
Artículos publicados en:
LA
NACION- Economía 4 de Octubre de 2015 –
INFOBAE Economía –
6 de Octubre de 2015.-
Adalberto
Tadeo Steinfeld