- Introducción Quien no participa habitualmente de algún tipo de organización social, tal vez le cueste entender que quienes asumen funciones de representatividad, como ocurre en los sindicatos, se encuentran con cuatro aspectos trascendentales a superar:
1.- Al impulso de esa mezcla de vocación e interés individual y
colectivo, deben reconocer una falta de preparación previa que les permita ir
adecuando objetivos e idoneidad acorde con la responsabilidad. Donde en la
mayor cantidad de casos, desarrollan habilidades de conducción y administración
a fuerza de acierto y error, en carne propia.
2.- Forman parte de una
sociedad materialista, con una cultura que los formo y con la cual conviven en
cuanto a defectos, ambiciones y egoísmos que cuestan ser superados sin una
adecuada estabilidad emocional y un control directo de sus propios designantes.
3.- La cuota de poder y
recursos que comienzan a manejar, no deja de ser una tentación personal que
conduce naturalmente a una exaltación de su vanidad, ambición y ostentación de
privilegios que lo aleja de todo valor ético y principios solidarios
originales.
4.- Ese poder concentra a su alrededor una forma
de obsecuencia y servilismo, incluyendo a profesionales que en el fomento del
personalismo del supuesto líder, ocultan su chatura y mediocridad técnica,
armando y justificando muchas veces, tanto las aberraciones como las
violaciones del cual viven y trascienden.
En concreto, cuatro
aspectos con los que, al igual que en cualquier grupo humano incluyendo las
empresas, se nace, se desarrolla y se sobrevive, con una alquimia personal.
2. Reacción
humana
La natural reacción a las
arbitrariedades, genera una actitud mezcla de rebeldía y resentimiento contra quien
administra las herramientas de producción que lo arrastra naturalmente a la
confrontación.
Podría ser justificación
de esa conducta colectiva, la vivencia de hechos y circunstancias a través de
la historia, que permiten observar el egoísmo, egocentrismo y desinterés por
sus necesidades, por parte del sector empresarial, que lleva a todo trabajador
a buscar ayuda, casi generalmente cuando ha llegado al límite de su tolerancia.
Son pocos los
trabajadores que poseen definido la diferencia entre trabajo y empleo, refugiándose
o pretendiendo en el accionar sindical, la protección total, cuando el
reconocimiento a su dedicación y esfuerzo no llega.
Trabajo, es la actividad
por la cual el hombre crea, se desarrolla mediante su sentido de pertenencia de
lo que realiza, transformando la naturaleza en beneficio social y justifica la
obtención de los recursos que le permiten obtener los medios materiales para
satisfacer sus necesidades y aspiraciones para él y la de su familia.

Mas allá de las visiones ideológicas, es la búsqueda de la libertad y la
felicidad que le es esquiva, lo que motiva a todo trabajador a juntarse con los
que siente sus pares, para aunar esfuerzos que le faciliten acercarse al logro
de sus aspiraciones y sueños.
Aquellos líderes sindicales que descubren la conjugación entre su visión
y desarrollo personal y las aspiraciones colectivas, aseguran
inclaudicablemente el crecimiento institucional, el que es construido sobre la
base de confianza y personalismo, que una masa de adherentes le va otorgando en
un proceso de acumulación de fe, con
límite indefinido.
Esa actitud, no se diferencia de las vivencias empresariales ni es ajena a la lucha de poder o mezquindades
de vuelo gallináceo que vemos a menudo en muchos estamentos de la sociedad.
Hasta hoy, la protección legal que ampara al más débil de la relación
trabajo-capital, considerada demasiado rígida por el sector empresario, otorga
insuficientes garantías en un contrato laboral donde el poder casi absoluto
reside del lado patronal, con la capacidad resolutiva para disponer la
organización, la administración, la distribución de la riqueza generada y hasta
la interrupción del vínculo, sea por decisión arbitraria, crisis de empresa o
evaluación de cualquier supuesto error del propio trabajador.
Donde la simple y única opción de adhesión del empleado lo limita a
aceptar o renunciar con un mínimo preaviso, pero con pérdida de derechos
ganados con su inversión de años, vocación y talento, tomado ello como
idoneidad y habilidad puesta a disposición de un tercero, en un vínculo que
presupone una “ajenidad” al resultado, pero donde la experiencia nos indica que
el primer ajuste y perjudicado ante cualquier
crisis, comienza por los trabajadores.
Consecuencias muchas veces no buscadas por el sector empresario, pero si
en su gran mayoría, resultado de ineficiencias, impericias o adversidad de la
actividad, en la cual el dependiente no tiene la más mínima posibilidad de
participación, ni opinión.
3. Visión diferente
Muchas organizaciones y algunos honrosos casos de lúcidos dirigentes, han
sabido sobrellevar el peso de tamaña responsabilidad en todo tipo de
circunstancias políticas y socio-económicas de nuestro país y de la humanidad.
Muchos ofrendaron su vida y su muerte a una causa colectiva en la que creyeron.
Sobre esos conocimientos y en algunos casos ruinas de una época gloriosa
en logros y beneficios para con sus adherentes, debería resurgir el espíritu
sindical.
No tiene sentido hoy ninguna confrontación ni construcción social si no
sirve para la reafirmación de valores que conduzcan al hombre al reencuentro
del disfrute público y colectivo de sus aspiraciones alcanzadas, con el “honroso
sudor de su frente”.
Construcción de espacios donde se facilite la toma de conciencia, se
reciba apoyo, instrucción y colaboración para que, a través del desarrollo de
su capacidad productiva y creativa, canalice su realización personal, pero
tomando conciencia que solo es parte de un logro, que debe ser convalidado por
el entorno social y fundamentalmente por el respeto de su familia, célula
primaria que lo debe motivar, orientar y hasta limitar en sus aspiraciones y
conducta ética y social.
Suponer que el trabajador es feliz con su honesta labor diaria, parecería
una perogrullada, pero indiscutiblemente es la simple pretensión de la mayor
parte de las personas que invierten su capacidad, conocimientos, y concretos
años de su vida, en un contrato de adhesión, generando riqueza para que otro complemente
y administre su resultado para beneficio
general, esperando ser compensado.
Y en esa transferencia de compromiso y responsabilidades, es donde nace
la relación de dependencia de donde obtiene los recursos materiales que le
permiten satisfacer sus necesidades y donde debe buscarse las reglas de
convivencia que permitan modificar un sistema que hasta ahora, no solo demostró
ser ineficiente e inequitativo, sino además generador de abusos, desigualdades
y conflictividad
Seguir asumiendo hoy que el empleado, como simple recurso humano, es ajeno
al resultado de su labor, es ignorar las consecuencias nefastas de un orden
productivo donde el mayor inversor de vida es ese trabajador y el primero en
ser excluido ante cualquier reingeniería empresaria, sin medir las
consecuencias directas de tal medida.
Desde el sindicato, catalizador natural de aspiraciones colectivas, debe
buscarse los mecanismos que permitan seguridad jurídica, participación, compromiso y distribución digna
de esfuerzos y beneficios en los lugares de empleo.
Creación de valores individuales y colectivos que a través de su propio
ejemplo de vida institucional, democrática y representativa, permita la
confrontación de ideas, opiniones y objetivos que hagan al bien general y sana
convivencia.
Para ello, hay que superar vicios y mezquindades y hasta desaprender
mucho de lo mal aprendido que gobierna culturalmente los estamentos de nuestra
sociedad.
4. Nuevo paradigma
El sindicato debe poner la estructura a disposición del conjunto de
trabajadores que se asuman como parte de la empresa, en un diferente rol hasta
ahora mantenido. No solo en lo referente a la capacitación profesional que le
permita una mayor idoneidad en su labor diaria. Sino también en lo que hace al
conocimiento, diseño y proyección del negocio propiamente dicho, que garantice
sustentabilidad y consecuente estabilidad laboral y desarrollo personal en la
misma empresa.
Para nada debe cederse en la confrontación contra la precariedad legal,
los abusos, las arbitrariedades empresarias, contribuyendo y exigiendo a los
organismos del Estado, el riguroso control y castigo para quien ose abusarse de
las necesidades de los más débiles, y ejercite prácticas desleales en lugar de
sana competencia.
Concatenado con el accionar de otro tipo de organizaciones de la
sociedad, conjuntamente con el sector empresario y el propio Estado, contribuir
al desarrollo zonal, nacional y regional que permita a todos los habitantes,
directa e indirectamente ligados a la actividad productiva o de servicio de
diferentes tipos de empresas, un desarrollo armónico y digno.
En líneas generales, el sindicalismo ya ha demostrado ser prudente y
lógico en sus reclamos y pretensiones, formando parte de las soluciones en las
diferentes ingenierías organizativas que le van proponiendo, los diferentes modelos
empresariales.
En sus deficiencias
institucionales, a la crítica de autolimitación, cuestionada por parte de sus
representados, también debe superar la visión cortoplacista y clientelar de
gran parte de sus dirigentes, lo que se refleja en los diferentes acuerdos
alcanzados, sin un adecuado análisis de perjuicios y consecuencias futuras.
Mucho tiene que ver la
falta de información y conocimientos que permitan evaluar todos los aspectos
reales de los negocios que motivan cualquier actividad específica, permitiendo
poseer una perspectiva global, más profunda y sustentable. Donde exista
previsión y alternativas convenidas, con participación real de los trabajadores
involucrados, como vienen aspirando cada día mayor número de interesados.
5. Trabajar o
vivir para trabajar
Disyuntiva que, por el
ritmo impuesto por las grandes empresas, en busca de resultados rápidos y
concretos, induciendo a un falso sofisma cultural, muchos trabajadores, de
diferentes niveles aun no tienen definido, no respetando el sano equilibrio trabajo - familia - persona.
Erróneamente el aporte de
muchas organizaciones sindicales estuvo casi exclusivamente solo orientado a prestar
servicios y desarrollar habilidades y capacidades laborales para cubrir un
déficit de especialización y necesidad de un mercado laboral, que ha demostrado
ser en corto plazo, ambiguo y ambivalente.
El costo-beneficio
inmediato que la sociedad económica ha impuesto, ha hecho dejar de lado la
contribución al desarrollo cultural de sus representados y de la comunidad
circundante de muchas organizaciones gremiales que fueron oportunamente,
señeras en la materia.
Hoy, incipientemente y en
soledad, algunos sindicatos mantienen actividades culturales como por ejemplo
de enseñanza de danzas nativas y distintas expresiones del arte, predeterminando
recuperar un terreno abandonado por el propio Estado, que hacen a la
revalorización de tradiciones autóctonas, el respeto por los ancestros, y la
esencia de país, que nos identifique.
No deja de ser ajena la
obligación de prácticas de transparencia y anticorrupción, también a toda la
cadena de servicios tercerizados, con autentica rendición de cuenta y
participación real de los propios interesados o potenciales beneficiarios.
Ejercicio y pericia de
Responsabilidad Social, como instrumento superador de una crisis casi terminal
de ética, moral y valores que, en su corrección y mejoramiento institucional,
repercutirá en el respeto público y aumento de adhesión de los genuinamente representados.
Adalberto Tadeo Steinfeld
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