viernes, 13 de abril de 2018

Medio ambiente, participación y Empresa Cuatripartita

por: Adalberto Tadeo Steinfeld
Para: Revista de Derecho Ambiental - Universidad de Palermo


ABSTRACT
La relación empresa-sociedad como área de definición de políticas sociales, pareciera ser una noción reciente del mundo.
Al igual que desarrollo sustentable y capital social, se evoca la necesaria toma de conciencia de una perspectiva a largo plazo que contemple la construcción de valor para los accionistas y para el resto del conjunto de actores sociales que están ligados al contexto de actividades empresarias.
El concepto de Empresa Cuatripartita, propicia el desarrollo simultáneo de empresa, Estado, personas y sociedad, preservando el medio ambiente a través de la misma acción, con pautas de transparencia, ética, anticorrupción y triple rendición de cuentas.

RESUMEN
Es necesario modificar los vínculos institucionales, donde prime la transparencia de gestión, ética y nobleza de actitudes, rendición de cuentas  y prácticas de anticorrupción.
Pensando que el mal es solo culpa de los demás, no asumimos propia la crisis de valores y de cultura, de instituciones,  sentimos la frustración de no considerarnos representados.
              No alcanza el cumplimiento formal de la legislación,  ni poner a resguardo el interés patrimonial, muchas veces con poco disimuladas prácticas corruptas.
Solo podremos superarnos mediante la integración entre todos los sectores en función del desarrollo de Nación, región y personas, donde cada uno cumpla un rol interactivo, sin menoscabo ni desentendimiento de la ineficacia para resolver los conflictos sociales.
Es hora de repensar el futuro, asumiendo la cuota-parte que a cada uno de los actores sociales nos corresponde y actuar en consecuencia. Donde con orgullo podamos exhibir que ha cumplido sin dilaciones quien estaba obligado a hacerlo y ha sido generoso quien, asumiendo el compromiso de dar y pudo realizarlo.
Y en el ejercicio combinado de libertad y voluntad, sentirnos artífices del crecimiento generacional de valores y saberes, en un sano equilibrio de derecho, obligación, agradecimiento y responsabilidad.
La nueva visión de “hacer empresa” debe ser vista como otra forma de construcción social. Expresión colectiva autorizada a proclamar el objetivo lucrativo /rentable generando  bienes y servicios, mediante un contrato económico y social, donde el beneficio es tomado  como un medio. Organización social que tiene permitido generar sus propios recursos, para redistribuirlos con su propio criterio, pero donde la rendición de cuentas le exige equilibrar sueldos justos, compromiso comunitario, regalías y reinversión, que garanticen sustentabilidad. Reconociendo que su vida económica, no es más que una parte integrante de la vida social en que se desarrollan sus miembros.
Desde “La Empresa cuatripartita”, basados en prácticas de Responsabilidad Social Empresaria, como visión de interrelaciones humanas, desde el principal ámbito comunitario, que moviliza: Capital, Trabajadores, a ONGs (como organizaciones representativas de particulares intereses de la sociedad) y  Estado, propiciamos un modelo organizacional, productivo y social, conviviendo, desarrollándose, creciendo y complementándose simultáneamente a través de la misma acción.  (348 palabras)
             

¿Quién duda que necesitamos un cambio sustancial en la forma que venimos ejerciendo la ética en el desarrollo, superando la autocomplacencia y adoptando un mayor compromiso con la transparencia de nuestras actividades, previendo perjuicios, rendición de cuentas, anticorrupción y diálogo activo?
¿Nuevo orden social o diferente filosofía de vida individual y corporativa?
El mundo en que nos formamos, se fue organizando mediante la globalización arrolladora, dándonos cuenta, con el correr del tiempo, que algunos pocos disfrutan los beneficios en un plano inclinado imposible de subir para los que están abajo y riesgo extremo para los que se encuentran en el borde de su límite social.  
En la sociedad actual no se dan debates de fondo o solo lo forjan intelectuales, con su contribución que pasa inadvertida. Hoy los tiempos obligan a hacer esfuerzos para revalorizar el rol y definir estrategias de vinculación entre sectores que en otro momento se pensaban  irreconciliables o que se separan por intereses mezquinos.
Las sociedades más antiguas no necesitaban de normas jurídicas sustentadas en disquisiciones filosóficas demasiado profundas. La ley del más fuerte y el ojo por ojo, diente por diente, fue cediendo espacio a las argumentaciones de origen divino en civilizaciones más vanguardistas. Las sucesivas etapas históricas fueron pasando de un derecho excesivamente primario a las primeras regulaciones al comercio y a la convivencia en los incipientes centros urbanos, y de estas, a normativas más elaboradas que permitieron justificar el origen del poder de los reyes y también sus límites.
En nuestras organizaciones, todavía  tenemos una cultura patriarcal y verticalista. Autoritaria y egocentrista, donde el CEO, presidente, secretario general o jefe, pretende ser quien ostenta el poder y manda. La segunda línea debe acatar sin discusión, por conveniencia u obsecuencia, ejerciendo un rol de abastecedor y vigilancia del cumplimiento de objetivos, mientras los de menor jerarquía, solo deben obedecer, más allá de lo que sientan, necesiten o aspiren.
Criterio patronal obsesionado por la tecnología, fusiones, procesos de reingeniería, medición de incidencias y reducción de costos operativos o laborales. Totalmente alejado de la necesidad popular y la ventaja del convencimiento colectivo. Donde reducción de riqueza y bienestar del grupo dominante, repercute en pérdida de empleos y precariedad de los trabajadores.
El mundo está formado por gente con valoraciones en crisis moral. Donde un grupo aceptó silenciosamente las reglas que regula e impone el llamado mercado, disimulando la avaricia y la codicia desenfrenada y la mayoría da prioridad a la familia, los amigos, los valores.
Nuestro desarrollo colectivo se va construyendo en forma aserruchada, evolutivo y por momentos involutivo, a partir de prácticas sociales y sofismas que circulan entre los hombres. Incorporando elementos que marcan la conciencia pública, en un proceso de valores, como resultado de transformaciones, producto del choque de culturas diferentes.
              Hoy no existe margen para el retorno del Estado benefactor y en la conducta que se elija, conjuntamente con la responsabilidad de la dirigencia política, social y fundamentalmente empresaria, como promotora de vínculos entre el capital y las herramientas para el desarrollo, podrá ser la motorizadoras de corrientes de bienestar mediante el progreso interno de los países, las regiones y las personas.
Quien no reconozca que los problemas sociales están cada día más entrelazados, deberá asumirse como  factor desencadenante de conflictos y rechazo social. Donde la salud, el nivel de empleo, la educación, la distribución de riqueza, el desarrollo económico, la creatividad  y la eficiencia productiva, están ligados a la capacidad de quienes conducen y saben despertar entusiasmo y esperanza tanto de inversores como de empleados  dependientes, logrando su involucramiento.
              Adversa ha sido la práctica de la maximización de ganancias a ultranza, la publicidad agresiva de bienes superfluos, la explotación indiscriminada de recursos naturales,  la incentivación a la corrupción y la ventaja desleal sin importar consecuencias, para desconocerle tener gran parte de culpabilidad de la crisis de valores que atravesamos.
Sistema mundializado que planteó el éxito circunstancial y la felicidad privada, caracterizada por el aislamiento, la soledad y la ruptura de las relaciones sociales. Felicidad - Libertad que al asumirse inalcanzable para la mayoría, se transforma en un sueño, que deriva en una causa y combate individual diario contra la impiedad del sentirse excluido o discriminado.
No puede condenarse a quien, por no haber sido favorecido en el prorrateo de la riqueza, cuando escucha hablar del tema, se le generan muchas dudas y suspicacias ante expresiones o actitudes de personas representativas de cualquiera de los sectores que, en su gestión dirigencial o particular, han sido co-responsables de crisis, prácticas y conductas nefastas, que han perjudicado a muchos y aun hoy ostentan el producto de la mala distribución ejercida.
La competitividad sin límite ni ética, la reducción masiva de personal,  los cierres de fábrica, la falta de trabajo y los bajos sueldos, cercenan derechos a un amplio sector y facilitan enquistar resentimientos e intolerancia.
La puja producida por un reparto desigual de la riqueza generada, de la que todos somos partícipes, nos acerca peligrosamente a reacciones desenfrenadas, resentimientos y confrontaciones recurrentes. En el zigzagueante y consecuente desarrollo económico, aumenta permanentemente el número de víctimas sociales y excluidas laborales, cautivos en un medio que le es hostil, sin poseer las herramientas que le permitan sobrellevar cualquier tipo de crisis.
Para ello, se hace importante y hasta irrenunciable entre todos, transitar intelectualmente nuevas ideas y caminos alternativos para la resolución de incógnitas que satisfagan las naturales y simultáneas aspiraciones, obligándose mutuamente a posicionarnos de modo diferente a los actuales criterios de dominio o sometimiento, modificando esas conductas, tendiendo a la complementación.
Somos consientes que la obtención de una organicidad diferente como la propuesta, será alcanzable, si de cada uno de los partícipes, se obtiene el compromiso de involucrarse y contribuir en forma sustantiva, según las capacidades, idoneidades y esfuerzos personales.
La desconfianza, los malos ejemplos, la inseguridad, las desigualdades y la exclusión, nos han vuelto aun más individualistas y recelosos del viejo orden y de la autoridad. Las ideologías y doctrinas políticas o sociales adquieren valor irrelevante si no satisfacen necesidades primarias de los ciudadanos, promovidas por medio de líderes mediáticos y motivadas por estudiados métodos publicitarios y análisis de mercado.
Mientras el desarrollo se sienta inequitativo y la acumulación de un sector sea groseramente desigual, la inexorable confrontación que se produce entre los hombres, prioriza  la necesidad de replantearse la búsqueda del equilibrio que permita que los beneficios, lleguen a la mayor parte de los habitantes, con justicia.
Tendemos a pensar que el Estado es el otro, que el mal es solo culpa de los demás y por lo general está en su cúpula, olvidándonos que es la expresión colectiva de una sociedad. No debiéramos  sentir ajena la crisis de las instituciones, de valores y de cultura, ni concebir la frustración de no considerarnos representados y agruparnos sectariamente.
La capacidad regulatoria que el Estado asumía en el viejo modelo, debilitado por el poder arrollador de ideas impuestas por grupos e intereses económicos, se ha reducido  y modificado en sus responsabilidades, aumentando la desconfianza del hombre común. Ya no da el buen ejemplo ni fomenta otro tipo de relaciones entre los actores sociales. La corrupción, el nepotismo, la ineficiencia, el clientelismo y la mediocridad, marcan la necesidad de generar una mejor calidad institucional.
Si a través de dar trabajo, se pensaba que se contribuía al mejoramiento y crecimiento  generacional, los abusos, el trabajo infantil, la confrontación y el desinterés por el otro, nos ha llevado a extremos riesgosos de puja por la subsistencia.   
              Ya no alcanza el cumplimiento formal de la legislación de cada país, poniendo a resguardo solo el interés patrimonial de las empresas, muchas veces con disimuladas prácticas corruptas,
Es mediante la integración entre capital, trabajo, sociedad y Estado, en función de un desarrollo de Nación, donde cada uno cumpla un rol interactivo, sin menoscabo ni desentendimiento de la ineficacia para resolver los conflictos sociales. Disminuyendo el constante aumento de la brecha entre sectores pudientes, clase media, desocupados y excluidos, con sus distintos intereses y necesidades insatisfechas.
              Ya  pocos están interesados en ser factoría del imperio y se desconfía de su política imperativamente impuesta, y mucho menos sin democracia ni participación, sin justicia ni bienestar. Solo prima el lograr la igualdad de posibilidades que permita al hombre común su desarrollo genuino y constante, asegurando el presente y futuro, reconociendo su capacidad creadora en libertad y seguridad, a través del mejoramiento generacional.
Aunque no se puede ser ingenuo de pensar que, en forma espontánea los inversionistas, los trabajadores sindicalizados, las organizaciones de la sociedad y las estructuras burocráticas del Estado, logren encolumnarse disciplinadamente en procesos de bien común, en el mundo, la sociedad exige cada día más transparencia, reducción de costos políticos, preservación de los recursos naturales, desarrollo y gestión de los recursos humanos, reclamando a las empresas su derecho a la información, midiendo y comparando enfoques y resultados diversos.
Es hora de repensar el futuro, asumiendo la cuota-parte que a cada uno de los actores sociales nos corresponde y actuar en consecuencia. Donde con orgullo podamos exhibir que ha cumplido sin dilaciones quien estaba obligado a hacerlo y ha sido generoso quien, asumió el compromiso de dar y pudo realizarlo.
Y en el ejercicio combinado de libertad y voluntad, sentirse artífice del crecimiento generacional de valores y saberes, en un sano equilibrio de derecho, obligaciones, agradecimiento y responsabilidad.
Todos sabemos que los grandes procesos de transformación cultural, no los ha motivado y realizado un solo actor social, sino que surgen de coaliciones inclusivas de actores plurales, donde todos resignan algo. Aunque la visión de la vida del hombre actual nos conduce a preguntarnos si quienes ceden lo hacen: ¿por conveniencia, miedo, ignorancia o estupidez?
Adquiere vital importancia el reconocimiento que toda organización, inclusive la empresaria, esta compuesta por hombres, con sueños, aspiraciones y valores. Donde el capital social con sus normas de comportamiento cívico ha generado la capacidad de aliarse estratégicamente, generando confianza, fijando objetivos superadores en acciones de cooperación y solidaridad y llevando adelante emprendimientos que hacen al bien particular. Participando en definitiva, de la evolución de la sociedad, de la cual toma conciencia que es parte del bien común.
              Es imprescindible potenciar otras formas de ver y medir el capital, abarcando activos naturales, activos producidos y capital humano. Sin discutir propiedad privada ni poder de decisión, proponemos “La Empresa Cuatripartita”, como visión de interrelaciones humanas, del principal ámbito comunitario, que moviliza: Capital, Trabajadores, ONGs y Estado, conviviendo, desarrollándose, creciendo y complementándose simultáneamente a través de la misma acción.
Construcción  progresiva de un espacio interno y una perspectiva integradora que proporcione la asistencia de la visión de Responsabilidad Social con ópticas diferentes pero concurrentes (empresaria, sindical, de la sociedad y gubernamental). Facilitar, en oportunidad del planeamiento o toma de decisiones, la información fidedigna y conocimientos en temas puntuales, permitiendo superar barreras y desconfianzas mutuas, garantizando una natural instrumentación de políticas.  Mediante Comités Internos participativos, suministrar  información, producto del análisis y seguimiento de la comunidad, satisfaciendo necesidades puntuales, compartiendo experiencias, fomentando el intercambio de saberes y opinión, potenciando y difundiendo prestaciones y acciones que beneficien a todas las partes involucradas en la misma acción.
Si bien la corriente de Responsabilidad Social es pluri-sectorial y tiene aristas de incumbencias propias en cada uno de los actores sociales, es la Empresa quien debe asumirla con mayor compromiso, por ser ella la vinculante directa con el desarrollo de las personas mediante el empleo, digno y con paga justa, la calidad de vida de sus consumidores, a través de productos de buena calidad, precio justo y buen servicio. Es quien debe facilitar, a través de  la transformación de la naturaleza vinculada a su actividad, la preservación del medio ambiente y el ecosistema. Colaborando en forma pública y continua con políticas públicas. La que con prácticas transparentes y justas ejercita el comercio, induciendo a su cadena de valor, en función del bien común y las necesidades estratégicas de las comunidades donde se desempeña, propiciando desarrollo a través de su involucramiento.
Por ello, y por considerar en consecuencia que es la más elemental y directa de las fuentes de interacción humana contemporánea, analizamos desde allí, la necesidad de las relaciones intersectoriales ligadas a la empresa. Desde la evolución de la organización productiva del trabajo y las posibilidades inmediatas de interacción entre sectores representativos de la sociedad, en contacto directo y defensores de genuinos intereses comunitarios.
              La relación entre empresa y sociedad como área de definición de políticas sociales, pareciera ser una noción relativamente reciente en el escenario mundial e incipiente en el local. De la misma manera que la noción de desarrollo sustentable y capital social, que evoca la necesaria toma de conciencia por parte de las empresas de una perspectiva a largo plazo que contemple no sólo la construcción de valor para los accionistas, sino para el conjunto de actores sociales que están ligados directa o indirectamente al contexto de la actividad corporativa.
Esto significa un cambio en el paradigma de intereses de la empresa que ya no sólo debe rendir cuentos en lo económico por resultados y satisfacciones a corto plazo a sus accionistas (“shareholders”) sino también por su comportamiento ético y conducta medioambiental, al conjunto de los actores sociales: trabajadores, sociedad civil, consumidores, sector público y proveedores (“stakeholders”). Construcción social llamada “empresa” que asume su compromiso con la sociedad donde ejercita su negocio y a la que le restituye el reconocimiento legítimo de su plusvalía. Con sensibilidad y capacidad de respuesta a personas, grupos y organizaciones que puede afectar por sus operaciones empresariales.
Esta nueva visión de “hacer empresa” debe ser vista como otra forma de construcción social. Expresión colectiva con fin determinado, autorizada a proclamar el objetivo lucrativo/rentable mediante la generación de bienes y servicios para toda o parte de la sociedad, mediante un contrato económico y social, donde el beneficio no puede ser tomado como un fin, sino como un medio. Organización social que tiene permitido generar sus propios recursos, para redistribuirlos con su propio criterio, pero donde la rendición de cuentas le exige equilibrar sueldos justos, compromiso social, regalías, y reinversión, que garantice sustentabilidad, reconociendo que su vida económica, no es más que una parte integrante de la vida social en que se desarrollan sus miembros.
              Y en un ámbito de respeto y reconocimiento mutuo de las diversidades, con tolerancia y consensos, sin desconocer el interés por transaciones económicas eficientes, usufructuar con mayor justicia, los beneficios obtenidos, mitigar y reparar los daños producidos y mediante la creación de valores, conformar una viable y feliz comunidad equilibrada.
Este reposicionamiento  social del mundo corporativo, exige del mismo, un compromiso de acción claro a favor de la creación de paternariados sociales que se inscriban en el mejoramiento sistemático de la calidad de vida de las comunidades. Aprovechar los conocimientos, habilidades, gestión de riesgos y visiones empresarias, priorizando el interés de la comunidad. Manera “de hacer” y “ser empresa”, que debiera ser la base de sustento de toda conducta con que se denominase  Responsabilidad Social Empresaria (RSE) o Empresa Ciudadana.
En la actualidad, considerar una buena relación entre empresa y sociedad con prácticas altruistas, es simplemente ingenuo. De toda inversión, es sano que se quiera obtener beneficios, pero se logrará, si la empresa comienza a ser reconocida como un ciudadano confiable y responsable socialmente, como alguien que tiene los mismos valores de los que están cerca. Así, si la empresa demuestra ser sensible a las preocupaciones de los miembros de la sociedad, esta naturalmente le otorga legitimidad y lealtad de sus consumidores, favoreciendo a la elección y consumo de sus productos. En concreto, estar cerca y ser parte activa las hace más competitiva.
La nueva empresa debe asumir fervientemente su responsabilidad corporativa ante sus empleados como patrono; ante sus clientes y proveedores como socios comerciales; ante los inversores como administrador fructífero. También debe reconocer que está  vinculada a su entorno social de forma directa: como conciudadano en cada uno de sus centros productivos o comerciales y de forma genérica como miembro de la comunidad.
Ello, contribuirá al reconocimiento social, ganado con la confianza despertada, que hace a una empresa diferenciarse del resto y permite imponer su estirpe, garantizándole subsistencia en el tiempo.
Honra y honor que parecen perdidos en la crisis ética y dignidad de una sociedad materialista, enferma de poder, corrupción e impunidad, pero también acosada por el delito, la inseguridad y la muerte, provocada por aquellos excluidos económica y moralmente, que ella misma generó y ahora tiene la obligación moral de contribuir a su re encauzamiento.
No es solo exigir del Estado la recuperación de su rol protagónico, productor y disciplinador, ni abogar por las libertades de la propiedad privada y la ética de las empresas como se garantiza facilitar el desarrollo a las personas y el crecimiento de la comunidad, que le permita salir de la chatura y la mediocridad
Ello, debe ser llevado adelante mediante un comportamiento ético en los negocios, involucrada en prácticas honestas y transparentes, estableciendo altos estándares de proceder para con sus empleados y ejercer un control ético en los niveles ejecutivos y de su cadena de valor. Manteniendo un diálogo genuino que explicite los valores de la organización respecto de:
- los inversores, brindando un adecuado retorno sobre sus aportes económicos, que los deferencie de criterios especuladores.
- los consumidores, respetando sus derechos, ofreciendo productos y servicios de calidad y proveyéndoles información verdadera y útil, a precio justo.
- los proveedores, involucrándose con ellos en prácticas de comercio transparentes, coadyuvando a su crecimiento y sustentabilidad de los emprendimientos.
- los empleados, promoviendo un entorno de trabajo amigable, involucrándose en una gestión de recursos humanos responsable, estableciendo un sistema de resolución de conflictos, justas remuneraciones y recompensas equitativas, manteniendo con ellos una comunicación abierta e invirtiendo en su desarrollo, personal y social.
- Compromiso con el medio ambiente: mostrando intenciones de desarrollo moderando el impacto ambiental negativo que genere, a través de programas de reciclado, tratamiento adecuado de residuos, auditorías ambientales, etc.
- la comunidad, invirtiendo en ella e impulsando una relación recíproca entre ésta y la corporación. Contribuyendo con políticas públicas a erradicar la desnutrición infantil, la mortalidad  materna y distintos males sociales.
Para ello, con un orden más justo, donde se pugne por erradicar la corrupción, la burocracia retrógrada, no existan oportunidades desiguales,  es como lograremos crecer generacionalmente. Capacitándonos, auxiliando a los rezagados y colaborando con los más hábiles y talentosos, buscando alcanzar un estado de convivencia que permita sentirnos artífices de una felicidad sustentable y duradera donde: el capital financiero este puesto al servicio productivo y no a la ya conocida especulación, egoísta y codiciosa; el capital humano, sindicalizado, coordinando, involucrado y sintiéndose parte de las empresas. Respetando las diferencias. Aceptando las responsabilidades; las organizaciones de la sociedad con transparencia y participación, defendiendo y promoviendo el genuino crecimiento de los intereses que representan.
La dificultad de superar prejuicios, antinomias y raigambres culturales, sin un consenso previo de objetivos y  procedimientos, no puede limitarnos a pensar ilusoriamente que, solo la práctica habitual y progresiva de intercambio de ideas y experiencias,  mediante el diálogo, nos permitirá enriquecernos y transformar progresivamente la concepción de las relaciones entre micro-emprendimientos o PyMEs, y su necesidad de ser insertadas en el encadenamiento productivo regular de una gran empresa.
Para cimentar un desarrollo sostenible, es necesario modificar criterios culturales de dominio por los de cooperación. Desarticular antojadizas condiciones de ventajas o privilegios y construir vínculos, de los que todos se sepan, y se sientan parte.
El Estado debe objetivamente promover la ejercitación de “Responsabilidad Social”, para lograr el compromiso que repercuta en todos los ámbitos. Propiciando progreso económico local y regional a través de su involucramiento e integración, mediante honestidad de procedimientos, nobleza de actitudes y  transparencia de gestión, como prácticas habituales de relaciones y ejercicio de poder gubernamental.
Desde “La nueva empresa, la Empresa cuatripartita”, libro de mi autoría, basados en prácticas de Responsabilidad Social Empresaria, propiciamos  un modelo organizacional, productivo y social, como visión de interrelaciones humanas, desde el principal ámbito comunitario, que moviliza: Capital, Trabajadores, a ONGs (como organizaciones representativas de particulares intereses de la sociedad) y  Estado, conviviendo, desarrollándose, creciendo y complementándose simultáneamente a través de la misma acción.  (3513 palabras)
Flores, 19 de Mayo de 2010.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario