Para XIII Global Labour University Conference
Centro de Estudios de Economía del trabajo y sindicatos (CESIT)
Instituto de Economía – Universidad de Campinas (UNICAMP)
El modelo
socio-económico imperante, establece un ordenamiento donde se relega al hombre
sociable, para sustituirlo por un individuo, clientelar, consumidor y recurso
explotable, en un mercado que excluye protagonistas, según los intereses de ese
mercado.
La protección y
garantía de la vida y seguridad de las personas, están dados según el ego y
tamaño de sus bienes concentrados, con un
ordenamiento estatal, que a su vez, le sirve y protege.
Muchos son los
tentados a relegar viejos conceptos, donde el trabajo humano debía tener
prioridad sobre cualquier pretensión de estar supeditado a un materialismo,
controlado y/o administrado ya sea por el sector público, los privados o lo
asociacional, mediante la estrategia de mediatizar, confundir, dividir e
imponer.
Son pocos los trabajadores
que poseen definida la diferencia entre trabajo y empleo, refugiándose o
pretendiendo en el accionar sindical, la protección total, cuando el
reconocimiento y las promesas no le llegan.
A través del
trabajo el hombre crea, se desarrolla, se realiza, transformando la naturaleza
en beneficio social, lo cual le es retribuido y le permite satisfacer sus
necesidades y la de su familia.
Aquellos líderes
sindicales que descubren la conjugación entre su visión, su desarrollo personal
y las aspiraciones colectivas, aseguran el crecimiento institucional,
construido sobre la base de confianza y personalismo que una masa de adherentes
le va otorgando.
Pero también es
fácil ver deformada esa cultura corporativa disfrazada de movilidad social
ascendente individualista, con existencia de una militancia rentada y/o
dependiente.
Desde el
sindicalismo, debemos fomentar la participación y discusión masiva de los trabajadores
para que surjan democráticamente dirigentes probos, honestos y éticamente ejemplares.
Capaces de superar las tentaciones de un sistema capitalista corruptor y sin
valores.
¿Por qué no forzar
el cambio de modelo social desde nosotros mismos? ¿Cómo adaptarnos a un mundo cambiante? ¿Cuánto
nos diferenciamos de la mezquindad liberal y qué grado de solidaridad asumimos?
¿Quién y porque nos obligan a adoptar un tipo corporativo de organización, para
hacer frente y ser respetados en la
confrontación? ¿En nuestras organizaciones, cuantas medidas aplicamos que
combatan la desigualdad de género, la discriminación, el reconocimiento a
capacidades diferentes, el derecho de los niños, promoción de la parentalidad
de los varones implicando a los padres en el cuidado de los hijos y familiares
directos enfermos y demás obligaciones familiares, acercamiento generacional,
respeto de los adultos mayores, discapacidad, discriminación, participación en
actividades de RSE (Balances Sociales, Códigos de Ética), control de costos y
precios al público, calidad, eficiencia, buen servicio, etc..
La tecnología ha
venido para quedarse. No destruirá el empleo propiamente dicho, pero sí
colaborará en la desaparición de muchas actividades laborales actuales. Estamos
ante la redefinición del "trabajo en nuevas actividades donde más de dos
tercios del producto bruto mundial está ejercido por servicios, lo que implica
mano de obra directa e intensiva y sólo un cuarto por la industria.
El factor
diferenciador no es su acceso a las materias primas o a los recursos financieros,
sino la aptitud de las personas para aplicar en forma innovadora y eficiente el
capital intelectual. Conocimiento formado por información, análisis,
interpretación, contexto y experiencia. Y ese diferencial es el que generará
empleabilidad. Como así también insumos para la toma de desiciones.
¿Es propia o de las
empresas la responsabilidad de reciclarse? ¿Cuál debe ser el rol de los
gobiernos para con los puestos
en riesgo?
El mundo y las
personas cambian y la transformación digital tecnológica, opera en cada
directivo, con una transformación mental.
Hoy se han
concentrado: los baby boommers, Generación X, Generación Y, Generación Z,
Millennials y Generación I ó Smartphone, entre otras, con características
propias y bien definidas y cambiante criterios, actitudes, modas y compromisos
de las personas que componen los actuales grupos sociales y para los cuales se
fijan muchas veces, apresuradamente, iguales objetivos de beneficios,
políticas, capacitaciones, conductas internas y externas, dentro de las
organizaciones.
Ello también se ve
con claridad en su búsqueda y permanencia en los empleos de empresas que
acrediten comunión con sus propios valores e ideales o por no adoptar posición
expresa en ciertas temáticas, en especial sustentabilidad, diversidad, respeto,
más allá de imponer condiciones de contratación, clima laboral, beneficios
indirectos y compromisos y objetivos mutuos.
En unos años más,
no habrá diferencia entre el mundo digital y el mundo físico, por eso se debe
aprender a operar y gestionar en un contexto conectado y complementado.
El directivo debe
lograr maximizar beneficios y minimizar riesgos durante el cambio, para
acompañar a sus representados.
El gran reto ya no
es tener acceso a la tecnología sino saber cómo adaptarla. Detectar qué se debe
cambiar a nivel del modelo de actividad, optimizando los procesos para hacerlos
más eficientes, seguros y fundamentalmente estables.
Debemos asumir que,
donde trabajamos, somos socios y nuestra inversión de conocimientos y vida, está
ligada al éxito o fracaso de una gestión, más allá del resultado económico.
Ser patrón no debe
ser un privilegio, sino un compromiso en función social. “Es un deber hacer
prosperar la empresa, pero no únicamente para ganar dinero. Hay que pensar en los
hombres que en ella trabajan.
Deben ser aplicados
con firme convicción los principios donde: “la dignidad del ser humano y su
realización se toman del bien común, como fundamento de todo orden social,
cultural, político y económico justo”.
Las organizaciones
sindicales deben estar presente en el diseño de estrategias de formación,
evaluando al mismo tiempo la incorporación de trabajadores excluidos analizando,
combatiendo y remediando su porque.
No tiene sentido
hoy ninguna construcción social si no sirve para la reafirmación de valores que
conduzcan al hombre al reencuentro del disfrute público y colectivo de sus
aspiraciones alcanzadas mediante el desarrollo de su talento y esfuerzo,
garantizándole a generaciones futuras, la posibilidad de continuidad y
crecimiento generacional.
Desde el sindicato,
debemos buscar los mecanismos que permitan la participación, compromiso y
distribución de esfuerzos y beneficios en los lugares de trabajo, previendo
riesgos y consecuencias personales, colectivas y sociales.
Creación de valores
individuales y colectivos que a través de su propio ejemplo de vida
institucional, democrática y representativa, permita a partir de la libre
participación, la confrontación de ideas, opiniones y objetivos que hagan al
bien general y sana convivencia.
Concatenado con el
accionar de otro tipo de organizaciones de la sociedad, conjuntamente con el
sector empresario y el propio Estado, debe ser obligatorio contribuir al
desarrollo local, nacional y regional, que permita a todos los habitantes,
directa e indirectamente ligados a la actividad productiva o de servicio de
diferentes tipos de empresas, un desarrollo armónico y digno.
Ejercicio y
práctica de Responsabilidad Social, como compromiso e instrumento superador de
una crisis casi terminal de ética, moral y valores que, en su corrección y
mejoramiento institucional, serán pilares la recuperación del respeto público y
aumento de adhesión de los genuinamente representados.
Marzo de 2018 - Buenos
Aires – Argentina
Adalberto
Tadeo Steinfeld – Sindicalista SEOCA Zona Oeste
Gerardo Juara. Abogado
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