Varias son las entidades sindicales que
vienen desarrollando o practicando el tema de RS desde algún lugar de su
institucionalidad y más allá de sus obligaciones estatutarias y objetivos
institucionales.
A las limitaciones, deficiencias y vicios
naturales en el ejercicio de la actividad sindical que condiciona la lucha del
día a día, ante las injusticias, atropellos y todo tipo de egoístas violaciones
que parte de algunos inescrupulosos empleadores, se limita la posibilidad de
diálogo y crecimiento mutuo, impulsada desde los trabajadores.
Sin perjuicio de capacitarnos y fomentar una indiscutida ocación
sindical, debe tenerse la visión de crear comisiones de trabajo con los
delegados gremiales, en especial de Investigación y Desarrollo Sindical, Ética
y trabajos de exploración gestando la experiencia de intercambio con una
tercera línea sindical que busca una autentica relación entre pares, que ayude
a superarnos y contar con mas y mejores herramientas. No solo para defendernos
de los abusos, sino además, para posicionarnos hasta conseguir ese lugar en una
sociedad más justa, donde todos por igual seamos los receptores de los
beneficios y adelantos que vemos en parte de la humanidad conseguir y en contra
de una propaganda adversa, muchas veces cimentada por los propios malos
ejemplos y conductas.
Dejar de ser espectadores pasivos de las
decisiones de cúpulas para asumirse partícipes activos en las definiciones
políticas de las cuales muchas veces, se les niega a sectores críticos o
contrarios a la obsecuencia al grupo conductor, empresario o sindical.
Es practicar la lucha por la libertad y la
realización de los de abajo, dada en el respeto como personas que como
trabajadores nos merecemos, junto a la justicia social y la igualdad de
posibilidades. Es la búsqueda de una sociedad superadora que deje atrás viejos
dogmas que se identifican como una organización autoritaria, mezquina y en el
mejor de los casos ordenada, a favor de los que mas tienen, que son los que de
alguna manera ostentan el poder.
Y aunque no les guste a muchos empleadores, y
también a muchos compañeros dirigentes, eso tiene que ver con ponernos a pensar
y participar a la par. Procurando capacitarnos, aprendiendo a no dejarnos
engañar e involucrarnos en lo que creemos y contribuimos a construir. Así, a
grandes rasgos, deberíamos analizar la evolución del trabajo y nuestras
posibilidades inmediatas de mostrar la raíz y las actividades que ellas
motivan, para mejorar nuestra acción común sindicalizada, necesarias para
ubicarnos, saber donde estamos, quienes y cuantos somos, a donde vamos y donde
queremos ir.
Incursionando en lo que hasta ahora vienen
manejando con exclusividad las cúpulas orgánicas de los sindicatos, muchas
veces a través de compañeros que han logrado con su esfuerzo hoy ser profesionales
universitarios, debemos asumir el desafío de explorar nuevos espacios y analizar los asuntos internacionales y
hechos que obligan a analizar el futuro próximo.
Así vemos que las principales centrales
sindicales internacionales se han unificado, superando diferencias, proponiendo
una acción común contra los abusos, invitando al resto de los sindicatos del
mundo a seguir su ejemplo, con la suspicacia a superar si esa actitud esta motivada por valores para mejorar las
condiciones de vida y el reparto equitativo de la riqueza que generan los
trabajadores o el interés de las burocracias empujadas por apetencias
empresariales.
Esas mismas empresas que estrechan filas bajo
falsos compromisos de “ciudadanía corporativa” contra el avance “asiático”, con
culturas y procesos productivos diferentes pero más ventajosos. Gobiernos que
promueven mediante el “trabajo decente”, aquellos principios comprometidos en
OIT hace 60 años atrás. Las ONGs de consumidores y ambientalistas, dirigiendo
casi en soledad sus denuncias públicas ocupando un significativo espacio de
acción por el bien común, sin transparentar la fuente de sus recursos. Mientras
nuestro sindicalismo, en un chato protagonismo, se distrae en un modelo sindical
único, con ancestrales diferencias que solo han servido para disgregar,
desinformar y contribuir a una política de explotación y sumisión, o en
mezquinas disputas de encuadramiento sindical, donde se posterga la discusión
política por la distribución de la riqueza que generamos y la dependencia
intelectual a los gobiernos de turno.
Suponer que se pueden modificar los egoísmos,
las ambiciones desmedidas, la corrupción o la prepotencia de los hombres que
lideran empresas u organizaciones, puede sonar utópico, aunque en el doble
discurso se pregone la intención de emprenderlo.
Asumirse partícipe de una causa que pretenda
alterar viejas estructuras, corre el riesgo de ser considerado por la gran
mayoría como incrédulo, ingenuo o absurdo idealismo, en épocas donde el
daltonismo ideológico hace ver que el materialismo práctico y los resultados
personales pueden lograrse más allá del color con que se defienda o promulgue.
Y sin embargo, a pesar de nuestra limitada
información, imposibilidad económica de participar directamente en importantes
eventos internacionales que periódicamente se realizan, o la dificultad de no
dominar otros idiomas, nos cuesta involucramos para el intercambiando de experiencias
por cualquier via, incluyendo Internet y observar que ha comenzado a gestarse a
nivel mundial, un nuevo período de transformaciones. Y en ese sentido asumimos
que, si
los más débiles no participan desde la gestación de los cambios, los
poderosos no solo no tendrán en cuenta nuestras aspiraciones, sino que impondrán
condiciones que continuarán produciendo tensión social, desigualdades y el
lucro de los más fuertes o hábiles.
Trabajando de buena fe y desarrollando la
temática de Responsabilidad Social, como un desafío de vida, tenemos una
alternativa para construir entre todos, asumiendo el inicio de un proceso que
dependerá del grado de participación, involucramiento y tolerancia de los que
ostentan el poder real y quienes abandonando viejos resentimientos, se sumen.
Y ello deberá asumirse no solo desde el
control mutuo, sino con el aporte de cada uno, en proporción a su capacidad de
gerenciar acciones, promoviendo con el ejemplo, la renuncia a privilegios,
sobre bases de respeto, inclusión y
recuperación de valores, individuales y colectivos, que sirvan a la transformación
del ideario de una “sociedad ordenada” por el de una “Comunidad Equilibrada”.
La Responsabilidad Social no es una nueva
exigencia para el empresario sino un instrumento vital para poder cumplir con su responsabilidad
creciendo y obteniendo frutos de su emprendimiento. El no realizarla lo dejara
atrapado entre la culpa, la indiferencia o el castigo catalizador mortífero que
no le permitirá crecer.
Marzo de 2018 - Buenos Aires – Argentina
Dr.
Gerardo Juara –
Adalberto
Tadeo Steinfeld –
Para XIII Global Labour University Conference
Centro de Estudios de Economía del trabajo y sindicatos (CESIT)
Instituto de Economía – Universidad de Campinas (UNICAMP)
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