viernes, 5 de junio de 2020

JD Peron - Visión Rectora y RSE


Con visión de estadista, en uno de sus manifiestos doctrinarios,
Juan Domingo Perón planteaba en 1949:

ü  No puede existir divorcio alguno entre el pensamiento y la acción, mientras la sociedad y el hombre, se enfrentan con la crisis de valores más profunda, acaso de cuantas su evolución ha registrado.
ü  Es posible que la acción del pensamiento haya perdido en los últimos tiempos contacto directo con las realidades de la vida de los pueblos. También es posible que el cultivo de las grandes verdades, abandonara la persecución infatigable de las razones
ü  Los griegos de Sócrates se formulaban grandes preguntas: el ser, el principio, la virtud, la belleza, la finalidad, y trataron de formular debidamente sus tablas de Moral y sus principios de Ética. No es lícito dar tales problemas por juzgados para permitirnos después extraviar al hombre - que ignora las viejas verdades centrales - con nuevas verdades superficiales o con simples sofismas. El hombre está hoy tan necesitado de una explicación como aquellos para quienes Sócrates, tantos siglos atrás, forjaba sus problemas.
ü  Se ha persuadido al hombre de la conveniencia de saltar sin gradaciones de un idealismo riguroso a un materialismo utilitario; de la fe a la opinión; de la obediencia a la incondición.

Desde dicha base, como dirigentes sindicales, debemos buscar opciones para ejercer un derecho y modificar una realidad que nos coloca cada día con menos alternativas de ejercer a los trabajadores, la libertad, gozar del bienestar, las mejoras del crecimiento tecnológico y poseer igualdad de posibilidades.

Muchos nos sentimos en un carro cuesta arriba, donde: algunos con el temor de caerse o ser excluidos por la fuerza, tiran mediante la coacción o el sometimiento; otros muchos empujan y creen sentirse felices aunque no sepan porque y muchos más se suben sin saber a dónde van, simulando acompañar, mientras se acomodan buscando lo que más creen les conviene.

Esta sociedad injusta, mezquina y desigual no tiene futuro. En definitiva, ninguno disfruta plenamente ni tiene posibilidades ciertas de crecimiento sustentable. Todos somos esclavos de nuestras limitaciones o privilegios y disimulando entre ellos pretendemos sobrevivir.

Si analizamos sin apasionamiento los movimientos sociales, vemos como los que más tuvieron, más influencias ejercieron para imprimirle el rumbo a las mejoras generales: los reyes, los señores feudales, los terratenientes, los caudillos, las oligarquías, los gobernantes etc., etc.

Hoy, ese papel lo tienen las empresas. Consientes o inconscientes, dueñas del capital o simples administradoras del capital aportado por anónimos socios, sin rostro, sin patria ni bandera. Hasta muchos trabajadores, dueños de fondos de pensión o pequeñas inversiones financieras de sus ahorros, constituyen una porción de la maquinaria ilucrativa extraterritorial, que busca afanosamente mayor rentabilidad como premisa orgánica.

Por eso, junto a los que se dan cuenta que la cuesta cada día tiene inclinación más pronunciada, debemos aportar nuestras propuestas y pensamiento, en busca de alternativas, que sin ser la solución mágica a los problemas de la humanidad, puedan aportar herramientas que permitan definir la diferencia entre intereses y necesidades y así desarrollarnos individualmente, comprometidos al desarrollo general y ligados por pautas de conducta y convivencia sanas, dignas y nobles.

Y aunque se pretenda encasillarnos de ingenuos idealistas, utópicos trasnochados o nostálgicos serviles al materialismo práctico,  prejuzgando a los demás con nuestras mismas intenciones, bien vale el intento por participar en la construcción de un nuevo modelo de  sociedad, más libre, justa y feliz.

 Adalberto Tadeo Steinfeld   Para Intersindical.com/blog    Abril de 2018.-


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