lunes, 15 de mayo de 2017

RSE/4 - Responsabilidad Social Cuatripartita


El concepto Responsabilidad Social Corporativa o Empresaria, nacido del interés competitivo patronal, sospechado de pretender generar barreras arancelarias, dirigido primariamente a las multinacionales, puede convertirse en una herramienta de reorganización social, donde cada parte asume su cuota parte de compromiso con su prójimo, contemporáneo o futuro, en un plano de respeto mutuo, tolerancia y proporcional esfuerzo y donde nadie puede ser o estar excluido.
Ninguno desconoce que la brecha entre los más ricos y los más pobres siempre existió, aunque la hemos visto incrementada en la década del 90, no solo en nuestro país sino en casi todo el mundo. Y a pesar de los diferentes índices positivos de crecimiento, nada hace que se revierta esa tendencia, en similar proporción a como se fue deteriorando en perjuicio de los que por ahora, en forma silenciosa, no se someten a la resignación de ser los perdedores.
Muchos factores inciden para que ello ocurra. Falta de adecuadas políticas por parte de los Estados, la injusta distribución de las riquezas generadas desde las empresas privadas, crisis de valores y quiebre del entretejido social, ambición desmedida y corrupción de los individuos, etc., etc., etc.
¿Cómo hacer para que el rico o el poderoso se  preocupen o asuman un criterio diferente con los más débiles o necesitados? O simplemente se avengan a dialogar en busca de un equilibrio que frene reacciones o impulsos muchas veces descontrolados. O acepten que “Donde hay una necesidad hay un derecho”, frase de “Evita”, popularizada por políticos y cuanto aprendiz de dirigente social  que quiera congraciarse con la gente.
Los piquetes, los conflictos obreros, la posesión de un espacio y la obstaculización de su uso por terceros, conllevan inexorablemente a la represión, en busca de reestablecer un falso orden, no haciendo más que mostrar que la convivencia se torna frágil y hasta imposible, motivo por el que la dirigencia, de todos los sectores involucrados, deben hallar alternativas estratégicas que vuelvan a equilibrar posibilidades y reconquistar el respeto mutuo, para un diálogo constructivo, en busca del reconocimiento por la riqueza producida y por todos, en más o en menos, generada.
Nuestro criterio de RSE Cuatripartita, involucra obligatoriamente no solo a la Empresa, (como orientadora y gestionadora del capital), sino también al Estado (en su rol de articulador de objetivos comunes sustentables), los Trabajadores sindicalizados (artífices del saber hacer diario con estructuras de apoyo) y las diversas Organizaciones de la Sociedad (ONG, Universidades, Clubes deportivos, Soc. de Fomento, Fundaciones etc.), según el protagonismo particular y/o regional.
Todos asumiendo y colaborando esperanzados, en que la dirigencia empresaria supere su ceguera y egolatría sectorial; los políticos que administran el Estado, asuman la obligatoriedad de trabajar para una causa local, regional o nacional, superadora de conflictos e inequidades y duración pos generacional;  los dirigentes sindicales se rediman en su rol protectorio y abandonen su apoltronamiento gerencial en servicios/negocios de dudosa transparencia a favor de sus representados; las organizaciones sociales con transparencia intelectual, según su propio expertice, participando en el ordenamiento y mejoramiento de la comunidad y de ello seguramente los asalariados, los profesionales, los estudiantes, la sociedad toda, podrá superar resentimientos generados por la desigualdad, la marginación y la falta de reconocimiento social.
Si bien los Principios de OIT para empresas multinacionales y desarrollo social, las directrices OCDE, Pacto Global, Objetivos del Milenio, entre documentos de nivel internacional, normas como SA8000,  AA1000, SG21, más los índices puntuales y regionales, o la ISO 26000 y el GRI, muestran la intencionalidad de normalizar la temática mostrando válidos y positivos antecedentes, debe asumirse que la gestión de la Responsabilidad Social es un proceso que recién comienza, y que, debiendo expresar actitudes por encima del cumplimiento de las obligaciones legales, compete a quienes tienen mayor poder de decisión, dar los pasos de mayor transcendencia que consoliden la ética y moral de las conductas corporativas.
Las herramientas comunes son simples pero contundentes: respeto e inclusión, transparencia de objetivos, rendición de cuentas, participación y prácticas comunes de ética y anticorrupción.
En resumen, de todos depende y para todos serán los beneficios de las relaciones que hacen “un mejor vivir”.

NOTA: Publicado Revista DirCom  Jun-2005

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