jueves, 22 de octubre de 2015

El sindicato de mañana

  1. Introducción                                                                                                 Quien no participa habitualmente de algún  tipo de organización social, tal vez le cueste entender que quienes asumen funciones de representatividad, como ocurre en los sindicatos, se encuentran con cuatro aspectos trascendentales a superar:
1.- Al  impulso de esa  mezcla de vocación e interés individual y colectivo, deben reconocer una falta de preparación previa que les permita ir adecuando objetivos e idoneidad acorde con la responsabilidad. Donde en la mayor cantidad de casos, desarrollan habilidades de conducción y administración a fuerza de acierto y error, en carne propia.
2.- Forman parte de una sociedad materialista, con una cultura que los formo y con la cual conviven en cuanto a defectos, ambiciones y egoísmos que cuestan ser superados sin una adecuada estabilidad emocional y un control directo de sus propios designantes.
3.- La cuota de poder y recursos que comienzan a manejar, no deja de ser una tentación personal que conduce naturalmente a una exaltación de su vanidad, ambición y ostentación de privilegios que lo aleja de todo valor ético y principios solidarios originales.
4.-  Ese poder concentra a su alrededor una forma de obsecuencia y servilismo, incluyendo a profesionales que en el fomento del personalismo del supuesto líder, ocultan su chatura y mediocridad técnica, armando y justificando muchas veces, tanto las aberraciones como las violaciones del cual viven y trascienden.
En concreto, cuatro aspectos con los que, al igual que en cualquier grupo humano incluyendo las empresas, se nace, se desarrolla y se sobrevive, con una alquimia personal.

2. Reacción humana
La natural reacción a las arbitrariedades, genera una actitud mezcla de rebeldía y resentimiento contra quien administra las herramientas de producción que lo arrastra naturalmente a la confrontación.
Podría ser justificación de esa conducta colectiva, la vivencia de hechos y circunstancias a través de la historia, que permiten observar el egoísmo, egocentrismo y desinterés por sus necesidades, por parte del sector empresarial, que lleva a todo trabajador a buscar ayuda, casi generalmente cuando ha llegado al límite de su tolerancia.
Son pocos los trabajadores que poseen definido la diferencia entre trabajo y empleo, refugiándose o pretendiendo en el accionar sindical, la protección total, cuando el reconocimiento a su dedicación y esfuerzo no llega.
Trabajo, es la actividad por la cual el hombre crea, se desarrolla mediante su sentido de pertenencia de lo que realiza, transformando la naturaleza en beneficio social y justifica la obtención de los recursos que le permiten obtener los medios materiales para satisfacer sus necesidades y aspiraciones para él y la de su familia.
red RS.jpgA su vez, empleo es el vínculo que determina su nivel de dependencia o autonomía con los medios materiales impuestos socialmente y la administración y distribución de la riqueza por el mismo generada.
Mas allá de las visiones ideológicas, es la búsqueda de la libertad y la felicidad que le es esquiva, lo que motiva a todo trabajador a juntarse con los que siente sus pares, para aunar esfuerzos que le faciliten acercarse al logro de sus aspiraciones y sueños.
Aquellos líderes sindicales que descubren la conjugación entre su visión y desarrollo personal y las aspiraciones colectivas, aseguran inclaudicablemente el crecimiento institucional, el que es construido sobre la base de confianza y personalismo, que una masa de adherentes le va otorgando en un  proceso de acumulación de fe, con límite indefinido.
Esa actitud, no se diferencia de las vivencias empresariales ni  es ajena a la lucha de poder o mezquindades de vuelo gallináceo que vemos a menudo en muchos estamentos de la sociedad.
Hasta hoy, la protección legal que ampara al más débil de la relación trabajo-capital, considerada demasiado rígida por el sector empresario, otorga insuficientes garantías en un contrato laboral donde el poder casi absoluto reside del lado patronal, con la capacidad resolutiva para disponer la organización, la administración, la distribución de la riqueza generada y hasta la interrupción del vínculo, sea por decisión arbitraria, crisis de empresa o evaluación de cualquier supuesto error del propio trabajador.
Donde la simple y única opción de adhesión del empleado lo limita a aceptar o renunciar con un mínimo preaviso, pero con pérdida de derechos ganados con su inversión de años, vocación y talento, tomado ello como idoneidad y habilidad puesta a disposición de un tercero, en un vínculo que presupone una “ajenidad” al resultado, pero donde la experiencia nos indica que el primer ajuste y  perjudicado ante cualquier crisis, comienza por los trabajadores.
Consecuencias muchas veces no buscadas por el sector empresario, pero si en su gran mayoría, resultado de ineficiencias, impericias o adversidad de la actividad, en la cual el dependiente no tiene la más mínima posibilidad de participación, ni opinión.

3. Visión diferente
Muchas organizaciones y algunos honrosos casos de lúcidos dirigentes, han sabido sobrellevar el peso de tamaña responsabilidad en todo tipo de circunstancias políticas y socio-económicas de nuestro país y de la humanidad. Muchos ofrendaron su vida y su muerte a una causa colectiva en la que creyeron.
Sobre esos conocimientos y en algunos casos ruinas de una época gloriosa en logros y beneficios para con sus adherentes, debería resurgir el espíritu sindical.
No tiene sentido hoy ninguna confrontación ni construcción social si no sirve para la reafirmación de valores que conduzcan al hombre al reencuentro del disfrute público y colectivo de sus aspiraciones alcanzadas, con el “honroso sudor de su frente”.
Construcción de espacios donde se facilite la toma de conciencia, se reciba apoyo, instrucción y colaboración para que, a través del desarrollo de su capacidad productiva y creativa, canalice su realización personal, pero tomando conciencia que solo es parte de un logro, que debe ser convalidado por el entorno social y fundamentalmente por el respeto de su familia, célula primaria que lo debe motivar, orientar y hasta limitar en sus aspiraciones y conducta ética y social.
Suponer que el trabajador es feliz con su honesta labor diaria, parecería una perogrullada, pero indiscutiblemente es la simple pretensión de la mayor parte de las personas que invierten su capacidad, conocimientos, y concretos años de su vida, en un contrato de adhesión, generando riqueza para que otro complemente y  administre su resultado para beneficio general, esperando ser compensado.
Y en esa transferencia de compromiso y responsabilidades, es donde nace la relación de dependencia de donde obtiene los recursos materiales que le permiten satisfacer sus necesidades y donde debe buscarse las reglas de convivencia que permitan modificar un sistema que hasta ahora, no solo demostró ser ineficiente e inequitativo, sino además generador de abusos, desigualdades y conflictividad
Seguir asumiendo hoy que el empleado, como simple recurso humano, es ajeno al resultado de su labor, es ignorar las consecuencias nefastas de un orden productivo donde el mayor inversor de vida es ese trabajador y el primero en ser excluido ante cualquier reingeniería empresaria, sin medir las consecuencias directas de tal medida.
Desde el sindicato, catalizador natural de aspiraciones colectivas, debe buscarse los mecanismos que permitan seguridad jurídica,  participación, compromiso y distribución digna de esfuerzos y beneficios en los lugares de empleo.
Creación de valores individuales y colectivos que a través de su propio ejemplo de vida institucional, democrática y representativa, permita la confrontación de ideas, opiniones y objetivos que hagan al bien general y sana convivencia.
Para ello, hay que superar vicios y mezquindades y hasta desaprender mucho de lo mal aprendido que gobierna culturalmente los estamentos de nuestra sociedad.

4. Nuevo paradigma
El sindicato debe poner la estructura a disposición del conjunto de trabajadores que se asuman como parte de la empresa, en un diferente rol hasta ahora mantenido. No solo en lo referente a la capacitación profesional que le permita una mayor idoneidad en su labor diaria. Sino también en lo que hace al conocimiento, diseño y proyección del negocio propiamente dicho, que garantice sustentabilidad y consecuente estabilidad laboral y desarrollo personal en la misma empresa.
Para nada debe cederse en la confrontación contra la precariedad legal, los abusos, las arbitrariedades empresarias, contribuyendo y exigiendo a los organismos del Estado, el riguroso control y castigo para quien ose abusarse de las necesidades de los más débiles, y ejercite prácticas desleales en lugar de sana competencia. 
Concatenado con el accionar de otro tipo de organizaciones de la sociedad, conjuntamente con el sector empresario y el propio Estado, contribuir al desarrollo zonal, nacional y regional que permita a todos los habitantes, directa e indirectamente ligados a la actividad productiva o de servicio de diferentes tipos de empresas, un desarrollo armónico y digno.

En líneas generales, el sindicalismo ya ha demostrado ser prudente y lógico en sus reclamos y pretensiones, formando parte de las soluciones en las diferentes ingenierías organizativas que le van proponiendo, los diferentes modelos empresariales.
En sus deficiencias institucionales, a la crítica de autolimitación, cuestionada por parte de sus representados, también debe superar la visión cortoplacista y clientelar de gran parte de sus dirigentes, lo que se refleja en los diferentes acuerdos alcanzados, sin un adecuado análisis de perjuicios y consecuencias futuras.
Mucho tiene que ver la falta de información y conocimientos que permitan evaluar todos los aspectos reales de los negocios que motivan cualquier actividad específica, permitiendo poseer una perspectiva global, más profunda y sustentable. Donde exista previsión y alternativas convenidas, con participación real de los trabajadores involucrados, como vienen aspirando cada día mayor número de interesados.

5. Trabajar o vivir para trabajar
Disyuntiva que, por el ritmo impuesto por las grandes empresas, en busca de resultados rápidos y concretos, induciendo a un falso sofisma cultural, muchos trabajadores, de diferentes niveles aun no tienen definido, no respetando el sano  equilibrio trabajo - familia - persona.
Erróneamente el aporte de muchas organizaciones sindicales estuvo casi exclusivamente solo orientado a prestar servicios y desarrollar habilidades y capacidades laborales para cubrir un déficit de especialización y necesidad de un mercado laboral, que ha demostrado ser en corto plazo, ambiguo y ambivalente.
El costo-beneficio inmediato que la sociedad económica ha impuesto, ha hecho dejar de lado la contribución al desarrollo cultural de sus representados y de la comunidad circundante de muchas organizaciones gremiales que fueron oportunamente, señeras en la materia.
Hoy, incipientemente y en soledad, algunos sindicatos mantienen actividades culturales como por ejemplo de enseñanza de danzas nativas y distintas expresiones del arte, predeterminando recuperar un terreno abandonado por el propio Estado, que hacen a la revalorización de tradiciones autóctonas, el respeto por los ancestros, y la esencia de país, que nos identifique.
No deja de ser ajena la obligación de prácticas de transparencia y anticorrupción, también a toda la cadena de servicios tercerizados, con autentica rendición de cuenta y participación real de los propios interesados o potenciales beneficiarios.
Ejercicio y pericia de Responsabilidad Social, como instrumento superador de una crisis casi terminal de ética, moral y valores que, en su corrección y mejoramiento institucional, repercutirá en el respeto público y aumento de adhesión  de los genuinamente representados.


          Adalberto Tadeo  Steinfeld

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