jueves, 22 de octubre de 2015

El empleo que viene

El sistema socio/productivo en que vivimos, nos hace correr tras un materialismo que, supuestamente nos acerca a la felicidad,  mientras las corporaciones de poder acuerdan y nos imponen pautas de convivencia, modelos organizativos y hasta costumbres que, en un sometimiento consentido, ejercemos, compartimos y en muchos casos, promovemos.
En este modelo, se produce una permanente y dinámica evolución que modifica la forma de organizar la producción, las herramientas con que trabajamos y hasta las cualidades laborales necesarias para lograr un mayor beneficio lucrativo, repartido cada vez más, entre muy  pocos.
Estos cuatro artículos que compartimos, exponen una realidad que convivimos y que merece tener en cuenta, mirando al futuro.


1.- Robots vs. humanos: pelea que viene en el mundo laboral

Sebastián Campanario para La Nación - Domingo 19 de Julio de 2015

Las nuevas tecnologías impulsan cambios en el mercado del trabajo, ya que las máquinas reemplazan a las personas; aumenta la resistencia al cambio y la conflictividad

“Una comedia es igual a una tragedia + tiempo", decía un personaje en una película de Woody Allen. Días atrás, la hipótesis se cumplió a rajatabla con la muerte de un operario en una planta de la automotriz Volkswagen, en Alemania, por el accionar defectuoso de un robot. Una noticia trágica, que tristemente provocó centenares de chistes en Twitter, cuando se viralizó que una de las periodistas que la difundió, tenía nombre casi igual al de la protagonista de la película Terminator,  película que narra un futuro terrorífico, en el que las máquinas se adueñaron del planeta y buscan extinguir a la raza humana
Noticias de este tipo comenzaron a aparecer en 2015 con mayor frecuencia. En marzo, una ciudadana coreana se despertó de la siesta cuando un robot-aspiradora le estaba comiendo el pelo. Y a fines de abril, un robot fue "preso" en Suiza luego de comprar pastillas de éxtasis por Internet.
¿Novedades de países del Primer Mundo, alejadas de la realidad argentina? No tanto. El 20 de junio pasado, los operarios de la Línea C de subte hicieron un paro sorpresa en protesta contra la implementación de máquinas expendedoras de boletos. Intentan evitar que los reemplacen autómatas.
Y dos semanas atrás, hubo un grave accidente en la planta de una empresa siderúrgica de las grandes: un operario perdió una pierna en una línea de producción que fue automatizada recientemente.
"El desplazamiento de trabajadores de calificación media en países desarrollados ocurre desde hace 30 años -prosigue el director de la consultora Elypsis y presidente del Cippec-, no sólo por la mudanza de puestos industriales a emergentes, sino también por la sustitución por la máquina. De hecho, el empleo industrial en China cayó aproximadamente un 25%, no muy lejos de la marca en economías desarrolladas. Así, la globalización de empleos sería apenas una parada intermedia hacia la automatización.
Para Guillermo Cruces, especialista en temas sociales y laborales del Centro de Estudios Distributivos Laborales y Sociales (Cedlas) de La Plata, en los países desarrollados se observa cada vez más un reemplazo de tareas rutinarias por computadoras (rutinarias cognitivas) o trabajadores y máquinas en otros países (rutinarias manuales). "Esto empezó con las fábricas y el Made in -agrega Cruces-, pero avanza cada vez más en tareas cognitivas, como lo puede atestiguar cualquiera que haya marcado un 0800 para un servicio local y haya obtenido una respuesta en otro lugar del planeta", dice.
En la recuperación de la última crisis sólo crecieron en los Estados Unidos los trabajos no rutinarios, aquellos que no pueden ser reemplazados simplemente. Pero no se recuperaron las capas intermedias, que son las que más sufren la automatización, en una tendencia que David Autor, economista del Massachusetts Institute of Technology (MIT), describe como "polarización del empleo".
Ya hay consultores en los Estados Unidos y en Europa que publican listas de los "Diez empleos en peligro de extinción" (como si fuera un especial de National Geographic en especies en riesgo).
Y en cualquier polémica de este campo surge la cita obligada al trabajo de los profesores de Oxford Carl Frey y Michael Osborne, quienes relevaron la tasa de sustitución de máquinas por humanos en cada una de las 702 ocupaciones que releva la secretaría de empleo de los Estados Unidos y llegaron a la conclusión de que el 47% de los puestos podrían ser desafiados por robots o inteligencia artificial en los próximos veinte años.
Entre los más sustituibles están las posiciones más rutinarias: "Si usted está aburrido porque en su trabajo hace lo mismo todos los días, empiece a preocuparse"). Entre los puestos de trabajo más seguros, aparecen aquellos que requieren habilidades de creatividad y empatía, inherentemente humanas.
El debate sobre el futuro del empleo y la incidencia del reemplazo de humanos por robots es muy pantanoso, en buena medida porque el presente de este fenómeno está en discusión y no hay consenso entre los economistas en que el estancamiento del empleo en los Estados Unidos y en las principales economías del mundo se deba al factor tecnológico.
Sin embargo, son muchos los economistas que piensan que "esta vez es diferente". Según cuenta Levy Yeyati a LA NACION, esta vez es distinto porque la automatización reemplaza también tareas en el sector servicios, donde hasta ahora recalaban los trabajadores desplazados de la industria: "Y en la medida en que las máquinas ganen en flexibilidad y capacidad de aprendizaje, podrían sustituir empleos menos automatizables, hoy protegidos: el auto sin conductor reemplaza al chofer; el robot, al repositor e incluso al personal de limpieza".
Para los profesores del MIT Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee, autores de “La segunda era de las máquinas”, los avances en la tecnología digital son a nuestra capacidad mental lo que la máquina de vapor fue, hace doscientos años, a nuestra capacidad muscular.
Por eso, dicen, es el mejor momento para ser un trabajador especializado con la educación adecuada, con la capacidad para usar la tecnología para crear valor, y es el peor momento para ser un trabajador estándar con aptitudes medias fácilmente replicables por computadoras y robots. "Pero el progreso en la digitalización podría poner en jaque a todo el espectro laboral. Incluso al médico, gracias al perfeccionamiento del diagnóstico digital, o al profesor, cortesía de los MOOC [la sigla en inglés de los cursos online masivos y abiertos]", agrega Levy Yeyati.
Hay un tono "sombrío" en el debate económico global actual, que tiene un emergente en los libros de moda (El capital en el siglo XXI, del francés Thomas Piketty; La gran división, de Joseph Stiglitz, o las compilaciones de Lawrence Summers sobre el "estancamiento secular").
No podía ser de otra manera: la discusión por las derivaciones del avance de la tecnología y de la inteligencia artificial en el mundo del trabajo está que arde entre los economistas.
En un debate que mantuvieron en la Universidad de Buenos Aires (UBA), los economistas Daniel Heymann (director del Instituto Interdisciplinario de Economía Política) y Lucas Llach (profesor de la Universidad Torcuato Di Tella y candidato a vicepresidente de la UCR) mostraron posturas contrapuestas. Heymann, preocupado por un futuro de alto desempleo. Llach, con una visión más optimista, resaltó que la incorporación de máquinas sube la productividad, pero no afecta tanto al empleo como postulan algunos.
El tercer participante del debate de la UBA, el físico ruso Andrei Vazhnov, destacó: "La evidencia histórica está unánimemente del lado de la idea de que nadie termina extrañando los puestos que reemplazan las máquinas y que surgen nuevas ocupaciones".
"Si una máquina puede hacer por cinco pesos el trabajo que una persona hace por 10 pesos, el trabajador tiene dos opciones: trabajar por cinco pesos [una reducción de 50% de su salario] o buscar otro trabajo. Por eso, la máquina que sustituye trabajo aumenta la productividad [y el ingreso del empresario], pero reduce el salario [y el ingreso del trabajador], profundizando la inequidad", explica Eduardo Levy Yeyati, quien abordó este tema en su reciente libro PorVenir, de Editorial Sudamericana.
Un reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) concluyó que la desigualdad nunca fue tan alta en la mayor parte de sus 34 países miembros, un fenómeno que se explica en principal medida por la caída del poder de compra del 40% más pobre de la población. Cuánto de todo este marco se debe a la automatización es lo que está en discusión.
De cualquier forma, no se trata de una cuestión nueva. En la tercera temporada de la serie Mad Men, que transcurre en Nueva York en la primera mitad de los años sesenta, el protagonista sale a tomar algo a la noche y conoce a un estudiante avanzado de ingeniería, que le cuenta que se cambió desde abogacía. "Si nos van a reemplazar las máquinas de todas formas, por lo menos quiero ser de los que las hacen", se justifica.
La "angustia por las máquinas" recrudece tanto en períodos de disrupción tecnológica como en los de estancamiento del empleo. En 1821, un tiempo después de las protestas de los luditas que rompían las máquinas de la Revolución Industrial, el economista David Ricardo advertía sobre las consecuencias de la automatización sobre el empleo, al igual que John Maynard Keynes en 1930, cuando acuñó el término de "desempleo tecnológico".
En sus charlas en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, Lucas Llach, Heymann y Vaszhnov coincidieron en llamar a no dejarse seducir por "distopías excesivas" sobre la desaparición del empleo en manos de las máquinas. Como el "auto volador", que, según el sitio PaleoFuture (que recopila visiones del futuro de décadas pasadas), viene siendo anunciado desde una década y media "para dentro de dos años", la disrupción laboral podría tardar más tiempo en llegar o lo haría de otra forma.
Cruces, del Cedlas, da un ejemplo al respecto: "Estas sustituciones también tienen sus límites. Es un clásico, ya que se anuncia cada tanto una «nueva revolución en la construcción», que generalmente implica algún tipo de prefabricados: casas que se arman en containers, fábricas chinas de rascacielos, habitaciones adicionales empacadas y despachadas en cajas chatas por IKEA.
Sin embargo, y después de décadas de promesas de prefabricados, seguimos construyendo, más o menos, como los etruscos".

2.- Cómo evitar la desigualdad tecnológica

Eduardo Levy Yeyati para La Nación- Miércoles 29 de Julio DE 2015

A medida que los robots asumen las tareas automatizables, caen los puestos de trabajo y el ingreso se concentra en los más calificados; sin un cambio cualitativo en las políticas educativas, la tensión entre crecimiento y equidad podría inhibir el desarrollo

Una invisible "diagonal del conocimiento" une a la innovación tecnológica, el empleo, la educación y la equidad, cuatro pilares del desarrollo que suelen ser debatidos de manera aislada o, en el mejor de los casos, de a pares. Su recorrido es más o menos así: la tecnología reemplaza trabajo automatizable y concentra el ingreso en los más educados.
Esta diagonal por ahora se da lejos de casa, dedicados como estamos en la Argentina a tareas más inmediatas, como reducir el racionamiento de dólares o salir de la recesión. Pero más temprano que tarde nos alcanzará, sobre todo si tenemos éxito en resolver la coyuntura.
La diagonal del conocimiento es larga y sinuosa, y complementa (e incluso contradice) nuestro saber convencional sobre desarrollo. Es probablemente el único camino posible que tiene un país como la Argentina para mejorar su nivel de ingresos. Por eso, conviene trazarla paso a paso.
Hace tiempo que en el mundo desarrollado se habla de un "ahuecamiento" del mercado laboral que empobrece a la clase media y eleva la desigualdad de salarios (y de ingresos). ¿En qué consiste este ahuecamiento? En una caída del empleo y del ingreso relativo del trabajador de calificación media, a medida que estos trabajos son reemplazados por programas y robots. Y si al principio la automatización reemplazaba tareas industriales, desplazando empleo hacia el sector servicios, hoy las máquinas vienen por los empleos en servicios; de nuevo, particularmente los de calificación media, más automatizables, preservando por ahora ocupaciones más artesanales, como la medicina o la limpieza.
Por eso, si bien el ahuecamiento no es nuevo (en los Estados Unidos ya lleva tres décadas), en los últimos años derivó en una suerte de maquinismo distópico ante la acumulación de evidencia anecdótica: trámites y traducciones online, cajas automatizadas en cadenas de supermercados, robotización de los depósitos de gigantes como Amazon. La ansiedad no es sólo americana: por ejemplo, la gran apuesta china para recuperar competitividad es la robotización masiva, como en el caso de la compañía FoxConn, productora de iPhones.
Para optimistas tecnológicos como los profesores del MIT Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee, la tecnología digital es a nuestra capacidad mental lo que la máquina de vapor a nuestra capacidad muscular. Por eso, dicen, éste es el mejor momento para ser un trabajador especializado con la educación adecuada para usar la tecnología a fin de crear valor, y es el peor momento para ser un trabajador estándar con aptitudes fácilmente maquinizables.
Para los pesimistas tecnológicos, en cambio, éste es sólo el comienzo: la digitalización ya está poniendo en jaque al resto del espectro laboral, incluyendo los trabajos más "artesanales". El auto sin conductor reemplazaría al chofer; el robot, al personal de limpieza; el diagnóstico digital, al médico; los cursos online, al profesor.
En ambos casos, librada a su propia dinámica, la innovación tecnológica tiene como consecuencia una caída del empleo y de la participación del trabajo que no distingue entre sectores. Y un deterioro de la equidad (una "desigualdad tecnológica") que se manifiesta en tres variedades: entre empresas y trabajadores; entre trabajadores ricos y pobres, y entre empresas ricas y pobres.
¿Cómo es esto? Por un lado, como la tecnología reduce empleo pero no eleva el salario por hora, el trabajador se lleva una fracción menor del producto. Por otro lado, beneficia a los puestos calificados, y mejor remunerados, a expensas del resto. De este modo, la tecnología sería "pro capitalista" en sentido amplio: favorecería a los dueños del capital físico (máquinas y procesos) y a los dueños del capital intelectual necesario para beneficiarse de ellos.
Pero hay más. Un estudio recientemente publicado por el NBER ("Desigualdad salarial y crecimiento de la empresa") sugiere que en países desarrollados la desigualdad salarial es mayor en empresas grandes. De comprobarse, esta relación entre desigualdad y crecimiento complicaría aún más la ecuación política del desarrollo. Es que si la desigualdad refleja factores individuales (las cualidades del trabajador), la política pública puede orientarse a mejorar y adecuar la formación. Pero si, en cambio, la desigualdad aumenta con la productividad de la empresa (o del sector), la tensión entre crecimiento y equidad sectorial puede inhibir el desarrollo, a menos que se lo complemente con políticas de protección o distribución.
Para compensar tanto pesimismo tecnológico hay que decir que todo esto llevará algún tiempo. No toda la evidencia reciente apoya esta profecía, como sugiere Bob Butcher, del National Institute for Economic and Social Research de Londres, en un artículo reciente. Y como demostró Gari Kasparov en el ajedrez "estilo libre", la máquina le gana al gran maestro, pero no al hombre cooperando con la máquina.
Pero tampoco hay que caer en la complacencia. Si las nuevas tecnologías sustituyen empleo y deterioran el ingreso relativo de los trabajadores menos calificados, será difícil concebir nuestro desarrollo sin un cambio cualitativo en la educación. Parafraseando al economista Jan Tinbergen, podríamos decir que la desigualdad tecnológica será una carrera entre la tecnología y la educación.
Para entender esto, recordemos que, tras la recuperación del empleo en la poscrisis, el principal motor de nuestra mejora en la distribución del ingreso fue la menor desigualdad salarial. Paradójicamente, el atraso tecnológico (la proliferación de trabajos poco sofisticados de baja productividad) es una de las razones invocadas por los especialistas para explicar por qué en la Argentina (y en América latina) los salarios se igualaron mientras en el resto del mundo se ahuecaban. Por eso, agotadas las rentas del boom de commodities y con los indicadores sociales estancados o en retroceso, hoy enfrentamos el desafío de estimular la innovación y la actualización, eludiendo el desempleo y la desigualdad tecnológica.
Hace unos meses, una nota saludaba que "por primera vez hay más inscriptos en ingeniería. Sin embargo, lo que los datos mostraban era que los inscriptos en Ingeniería apenas caían menos que los de Sociales. Lo relevante, en todo caso, no sería cuántos se inscriben, sino el porcentaje que se gradúa (dato no disponible por facultad, pero que en las universidades nacionales ronda el 23%).
Esto viene a cuento de un cambio necesario en la agenda educativa: la complementación de la educación como mecanismo de inclusión (enfatizando el cuidado de la infancia temprana y la escolarización) con un enfoque que vea a la educación como acumulación de capital humano (enfatizando la calidad y la educación terciaria). Es decir, como el entrenamiento necesario para no quedar rezagado en la carrera de Tinbergen.
¿Qué hacer para ser beneficiarios y no víctimas de la revolución tecnológica? Las recomendaciones usuales apuntan a una reforma de la educación (más flexible y orientada a la elaboración y la creatividad), al fomento de la innovación, a la inversión en investigación y desarrollo vinculada con el sector productivo, al financiamiento de sectores dinámicos. Es decir, a un modelo productivo basado en el conocimiento que nos permita vender caro nuestro trabajo.
Y si bien es probable que nunca le ganemos del todo la carrera al robot y que sea necesario compensar la desigualdad tecnológica, ya no hay margen para quedarnos parados esperando el milagro.
Tecnología, empleo, educación, equidad. Nuestro dilema de desarrollo no es entre innovación y empleo. Es entre generar productividad y distribuir sus frutos, o insistir con una versión vintage del desarrollismo que emula pasado con más de lo mismo, 


3.- En comercio electrónico,  la moda destrona a la tecnología

Alfredo Sainz para  La Nación - Domingo 04 de Octubre de 2015

En el primer semestre de este año hubo más ropa que equipos electrónicos entre los bienes vendidos por Internet

El reinado que hasta hace poco parecía inexpugnable de la electrónica en las compras online corre peligro: ahora está amenazado por el avance de la venta de ropa en Internet.
En la primera mitad de este año, por primera vez en la historia el rubro indumentaria desplazó en unidades vendidas a la industria electrónica, con ventas anualizadas que superaron los 1500 millones de pesos y un crecimiento de 104%, según datos de la Cámara Argentina de Comercio Electrónico (CACE).
Los productos más vendidos en la categoría de moda son botas, zapatillas, zapatos, carteras, camperas, relojes, perfumes y jeans. En el caso de Mercado Libre Moda –el marketplace de Mercado Libre dedicado a la indumentaria- estas categorías concentran más de la mitad de la demanda, con un ticket promedio de $ 650 y una llamativa presencia mayoritaria masculina, con un 60% de consumidores hombres.
El principal motor del e-commerce son los dispositivos móviles, que ya concentran el 15% del tráfico del comercio online y que según las proyecciones de CACE, en 2018 representarán casi la mitad de la demanda.
"Las empresas están reconociendo el potencial que tienen los sitios móviles, no sólo porque los dispositivos móviles se consolidan como un canal seguro de consumo, sino también porque los usuarios han adoptado el hábito de búsqueda online previo a la compra, posicionándolo como una nueva oportunidad de mercado", aseguró Fernando Cattanio, director de la comisión de indumentaria de CACE.
Por su parte, desde las marcas destacan la ampliación de su universo de clientes que posibilitó el canal electrónico. "Desde que comenzamos con el comercio online hace tres años, el canal no paró de crecer y hoy representa 25% de nuestras ventas. En el caso de Mercado Libre lo que mejor nos funciona son el Hot Sale y otros eventos promocionales en los que se dispara la demanda", afirmó Gabriel Pozner, socio de Puro, una marca de bolsos y zapatillas.
"La venta online nos permitió llegar a zonas que no teníamos cubiertas, pero también nos dio mayor visibilidad. Por ejemplo, hoy sumamos como cliente a una mujer que estaba navegando y se cruzó con una oferta de un bikini mientras buscaba otra cosa", contó Florencia Bonavento, directora de la marca de trajes de baño y ropa deportiva Luz de Mar, que también comenzó a incursionar en el e-commerce.
La hora de las sinergias.
En el sector destacan que a futuro se espera una mayor complementación entre los canales offline y online para la venta de indumentaria, con dos fenómenos en alza: el webrooming -cuando el consumidor realiza una búsqueda online y finalmente concreta la compra en un local físico- y el showrooming, que es al revés y el cliente se prueba la prenda en un negocio tradicional, pero termina haciendo una compra online. "La clave del éxito es ver ambas tiendas como complemento y no de manera excluyente.
Es ideal sumar más experiencias digitales en las tiendas físicas y llevar más servicios de estas tiendas al mundo de Internet, con objeto de que el comercio online funcione como un local físico más, con igual volumen de ventas y facturación", explica Mariela Censori, directora de Ventas de Mercado Libre Moda Argentina.
Atención personalizada.
El avance online no significa una desaparición de la atención personalizada que caracteriza a un local tradicional de ropa. "La atención personalizada sigue siendo otro factor fundamental, a través de chats, preguntas y respuestas individualizadas.
Cuando se eliminan las preguntas en los e-commerce, las ventas caen entre 30 y 40%. El canal necesita tiempo y dedicación para que funcione, y que el cliente tenga una buena experiencia y se replique en más consumidores", dice Cattanio.
Cambio de hábito.
Tímidamente, la venta online de indumentaria está llegando al negocio del usado. "Hoy la venta de ropa usada en nuestro sito en la Argentina crece a una tasa de 30% por encima del promedio de la plataforma, y creo que responde a un cambio en los hábitos de los consumidores, que dejaron atrás cierta aprensión que había a la hora de comprar una prenda que había usado otra persona.
Igual, en la Argentina tenemos mucho terreno para recorrer. En Europa, en sitios como el nuestro hay gente que compra y vende vestidos usados de Versace o Gucci", explicó Agustín Garicoche, el gerente general del portal OLX Argentina.

 4.- La oficina del futuro: cómo será trabajar en 2030

Paula Urien para La Nación- Domingo 16 de agosto de 2015

La secretaria será una aplicacion en el bolsillo cada vez más sofisticado y al alcance de todos y habrá cada vez más conversaciones con objetos dotados de tecnología.

El futuro es hoy. Cuando se piensa en la manera de trabajar en 2030 todo parece muy novedoso, pero lo más increíble es que la tecnología ya existe.
La manera de trabajar y de hacer negocios está en vías de un cambio radical. De estas cosas se hablaron en el encuentro "El futuro del trabajo. Un nuevo paradigma en la gestión de talento, una nueva manera de concebir las organizaciones", llevado adelante por la consultora y fundadora de Whalecom Paula Molinari junto a Globant, como anfitriones.
Con la idea de que sean los jóvenes protagonistas de los tiempos que vienen quienes den una idea de lo que se imaginan para el futuro, los "globers" Tomás Tecce, Data Scientist; Thaisa Schiel, Champions People Department y Francisco Márquez, Web UI Developer, se animaron a contar cómo será un día de trabajo en 2030, en primera persona:
Me despierto y se proyectan sobre la pared datos que recabaron sensores y generan información diversa: cuánto dormí, datos sobre mi salud. Antes de salir de la cama, la casa ya se puso en funcionamiento, está climatizada y me prepara el desayuno. Me informo y me conecto a las redes sociales.
Salgo en mi bici inteligente, que además de mantenerme en forma hace un seguimiento sobre mi actividad física. Mientras, con un simple comando de voz le digo a mi asistente de inteligencia artificial que le mande un documento a mi compañero de trabajo sobre lo que vamos a presentar en una reunión por la tarde.
Ya en la empresa (que tiene un lugar para dejar las bicis y vestuarios), el entorno me reconoce. Me dice dónde hay un puesto de trabajo libre cerca de la ventana, que es donde me gusta. Mi escritorio cambia al verde, mi preferido y la silla se adapta a mi cuerpo.
Una herramienta de recursos humanos a la que se le cargaron algunas especificaciones, arma un equipo de trabajo para el siguiente proyecto. Me pongo a trabajar.
Después de almorzar, una rápida carga de batería en alguno de los sillones para siesta que tiene la compañía, de 15 minutos nada más.
Llego a la sala de reuniones. Están demorados. Se reproduce mi canción favorita automáticamente.
Después de la reunión, aparece en mi dispositivo que tengo un grupo de amigos que se va a reunir cerca de mi casa. Como está lloviendo, decido irme en alguno de los coches inteligentes que tiene la empresa porque llueve. Hago la reserva y ni le digo donde vivo porque ya lo sabe
¿Interactuar con el medio ambiente? Será normal. Habrá entornos que reconozcan a las personas, sus gustos y necesidades. "Lo que nuestra generación encuentra sorprendente, que una computadora reconozca nuestras necesidades y deseos, nuestros hijos lo verán como más natural y ni hablar de nuestros nietos", dijo Mike Jordan, un científico norteamericano, profesor en la Universidad de California y experto en inteligencia artificial, citado por los globers. "Se va a asumir que el entorno predice y se adapta, y con él habrá conversaciones."
Las habilidades requeridas para hoy y para el futuro son sentido común, inteligencia social, pensamiento adaptativo, saber administrar la carga cognitiva, colaboración virtual, mentalidad ágil, entre otras. "Quienes entran al mundo del trabajo son dinámicos, usan las redes sociales, saben de big data (el análisis de grandes volúmenes de información), tienen celular, usan la nube y dinámicas de juego que conectan con la realidad de manera diferente", dijo Guillermo Willo, Chief People Officer de Globant. "Hoy se habla mucho de vivir experiencias amigables, fáciles, dinámicas que generen participación", agregó.
En materia de cambios, Andrés Meta, accionista del Banco Industrial y Emprendedor, BIND, habló específicamente sobre el futuro de los bancos de una manera poco prometedora si es que no se replantean su modelo de negocios. "La velocidad de las compañías financieras es lenta en general." Pasó a nombrar entonces emprendimientos que eliminan la intermediación financiera como LendingClub, el mercado online más grande del mundo que conecta prestatarios e inversores, o Afluenta, que da soluciones a aquellos que solicitan préstamos.
"Los bancos se encierran cada vez más en sí mismos y hablan cada vez menos con los clientes", agregó. Y se viene la contracultura, donde el usuario tiene el poder.



                                                Adalberto Tadeo Steinfeld 

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